Pasó la Presidencia de Corromper y Controlar, a Ser Sometida por Medios

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PASÓ PRESIDENCIA DE CORROMPER Y CONTROLAR

A LA PRENSA, A SER SOMETIDA POR MEDIOS

MAXIMILIANO CASTILLO R.

 

En otras ocasiones nos hemos referido al tema, pero vale la pena abundar para entender la posición de los grandes medios informativos de circulación nacional impresos, radiofónicos y televisivos frente al gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Por muchas décadas y hasta el 30 de noviembre del año 2000 la presidencia de la República fue la gran corruptora de la conocida genéricamente como “prensa”. Protegió y enriqueció a sus dueños, con honrosas excepciones. Entonces muy pocas empresas del ramo tenían grandes negocios. Se dedicaban solo a operar sus medios informativos.

Esta circunstancia permitía a los presidentes de la República controlar a periódicos, revistas y noticieros electrónicos e inducir eficazmente la autocensura. La represión abierta no era necesaria, aunque la ejercía cuando le convenía por considerar se cometían excesos en el ejercicio de la libertad de expresión o para intimidar e inhibir intentos de chantaje.

Todo cambió a partir del primero de diciembre del 2000, con el arribo a la presidencia de la República de Vicente Fox Quesada, un hombre sin cualidades para el cargo. Ya en ese tiempo muchas de las empresas propietarias de medios informativos habían diversificado sus actividades y formado poderosas corporaciones empresariales.

Vendían bienes y servicios al mismo gobierno federal y a los estatales, incluso constituyeron compañías constructoras para obtener contratos con las autoridades, generalmente con excesivos sobreprecios, sin control de calidad y serias sospechas de que ni siquiera iniciaban la ejecución de los proyectos, sin temor a ser sancionadas. El periodismo les daba impunidad.

Además, se aliaron con los beneficiarios de las privatizaciones, quienes también patrocinaron o compraron medios informativos, para adquirir un inmenso poder, que les permitió pasar de ser una prensa corrompida y controlada a ser una que sometió a las instituciones, comenzando por los presidentes de la República, a quienes puso al servicio de sus intereses, representados por grandes negocios, hechos con el propio poder público.

En estas condiciones se opusieron, por conveniencia propia, a las aspiraciones presidenciales de Andrés Manuel López Obrador. Casi todos los medios informativos participaron en la “guerra sucia” contra el tabasqueño y contribuyeron a los triunfos de Felipe Calderón en 2006 y Enrique Peña Nieto en 2012, pero no pudieron evitar la victoria de AMLO en 2018, y ante la pérdida de privilegios, asumieron el papel de opositores, con el fin de generar condiciones anímicas adversas al mandatario y su partido, y así contribuir a la restauración de un modelo económico y de gobierno que usufructuaron.

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