CORRUPCION E IMPUNIDAD CONSENTIDA.
Jairo A. Tell
Los gobernadores, verdaderos virreyes en sus comarcas, están cavando su propia desgracia, merced a su actuación frente a sus gobernados. Lo mismo ocurre con los alcaldes opositores al ejecutivo federal. A saber algunos gobernadores de estas entidades y con estas siglas políticas han permitido y a veces consentido el que la inseguridad se acrecenté en sus estados, teniendo como principal motor sus ambiciones políticas, ellos son: Chihuahua, Javier Corral (PAN), Tamaulipas, Francisco Javier García Cabeza de Vaca (PAN), Nuevo León, Jaime Rodríguez Calderón (independiente), Coahuila, Miguel Riquelme (PRI), Durango, José Rosas Aispuro (PAN), Michoacán, Silvano Aureoles (PRD), Colima, Ignacio Peralta (PRI), Jalisco, Enrique Alfaro (MC), Guanajuato, Diego Sinhue Rodríguez (PAN)Aguascalientes, Martín Orozco (PAN). Ellos mismos pretenden forzar el rompimiento del pacto federal utilizando una y mil argucias como el asunto del agua, el asunto de las mineras o bien el desgastado asunto de la pandemia por el COVID-19 y la crisis económica. No obstante enfrentan serios señalamientos de su colusión con las bandas del crimen organizado, agentes y policías que levantan y entregan víctimas a esas mismas bandas. Políticos que se enriquecen inexplicablemente, instituciones putrefactas que protegen al criminal, y una sociedad en creciente descomposición, son solo algunas pinceladas de esa pintura, matizada por la corrupción y la impunidad. Todo ello es el resultado de los gobiernos del PRIAN Y PRD y MC. Los dobleces en el discurso político, la incongruencia y falta de visión con que se manejan políticos y funcionarios han traído como consecuencia desencanto e incertidumbre entre la población mexicana. Como siempre se ha dicho, el que entra, le echa la culpa a su antecesor, y el que siga, culpara al actual, estableciendo un círculo vicioso inacabable, gracias a ello, cada vez estamos peor; aun cuando a los políticos les incomode que se hable de ingobernabilidad y de un estado fallido. Se resisten a hablar de atentados terroristas y creen que minimizando el asunto, la cosa se calmara. Eso sí, el dispendio de recursos está a todo lo que da para satisfacer su ego y promover su imagen. Es uno más de esos caricaturescos intentos por poner e imponer las siglas y los colores de su partido. Acción generalmente disfrazada de información sobre obras y acciones llevadas a cabo con el pretexto de que no es posible llegar a todos los gobernados por otros medios. Los ganones en este aspecto son como siempre los poderosos de las cadenas televisivas más importantes del país y los magnates de la radio y de la prensa escrita, como reza el refrán “A rio revuelto, ganancia de pescadores”. En otro tenor, las reuniones realizadas entre altos funcionarios del gobierno federal y los gobernadores de los estados, han tenido magros resultados por la resistencia de muchos de ellos de participar en las reuniones de seguridad, esto refleja con mayor nitidez lo que hoy ocurre en toda la geografía nacional, desde el norte hasta el sur. Y es que, no es con discursos demagógicos y obras de relumbrón como se dará solución a la gran problemática que por décadas se dejó crecer con la complacencia y al amparo del poder público. Más bien es con acciones concretas y coordinadas y con una estrategia bien planeada con la que se lograra dar solución a los problemas. Los números son fríos y por ahora no se percibe un avance considerable en la lucha por detener a las bandas del crimen organizado. Dichas bandas, se han adueñado de “las plazas” en los distintos estados de la república y ejercen un poder a veces superior al legalmente constituido. Chihuahua, Sinaloa, Durango, Guerrero, Michoacán, Tamaulipas, Monterrey, la Ciudad de México y el Estado de México son de las entidades más violentas. No obstante, no se debe perder de vista que en todos los estados, hasta en los lugares más insospechados, los narcos han sentado sus reales y aterrorizado a la población, aun cuando se ha logrado la detención de algunos cabecillas o abatido a otros. Es un secreto a voces el, que las bandas del crimen organizado se han infiltrado y forman parte de la estructura gubernamental. El gobierno en turno está haciendo lo posible por mejorar la situación que priva en el país. La misma sociedad ha permitido y consentido en muchos casos, que la delincuencia siente sus reales en las comunidades. Por otra parte, es innegable que cuando existe ausencia de valores la sociedad se transforma; dando origen a la vagancia y malvivencia, mismas que necesariamente desembocan en el crimen y la impunidad. Si de culpas se trata, debiéramos comenzar por aceptar, que los gobierno que antecedieron a la 4T no hicieron lo suficiente por contener la creciente crisis económica en la que estamos sumidos desde hace décadas, también es culpa suya, el que nuestros paisanos se hayan visto obligados a abandonar nuestro país en busca de mejores oportunidades de empleo, que no fue generado de manera suficiente, pues como todos sabemos, el desempleo es la madre de todos los vicios. Y decimos que es culpable desde el momento mismo en que no existe sensibilidad alguna para con las causas de los desprotegidos, pues cuando de asignarse un salario se trata, más de uno se sirve con la cuchara grande, esto ocurre en los tres niveles de gobierno.