
*Los esfuerzos del entrenador por mejor el desempeño no fructificaron.
De la redacción
Con sólo dos buenos futbolistas: Rubens Sambueza y Raúl “Dedo” López, y un reducido grupo de voluntariosos jugadores, pero limitados y sin coordinación, el Toluca falló en la fase regular del torneo “Guardianes 2020” y no pudo aprovechar el minitorneo de repechaje: fracasó totalmente.
Ahora los integrantes del club choricero, como los millones de aficionados al futbol, están viendo la fase de liguilla desde sus casas o desde los lugares donde estén vacacionando, después de uno de los peores desempeños tenidos en los torneos cortos, los cuales dominaron durante varias temporadas.
Los esfuerzos del técnico Adrián Morales lograron convencer a sus dirigidos de que debían echarle ganas, de que no podían ser indolentes, pero no fueron suficientes para lograr la calificación directa, ni en el juego de reclasificación.
El equipo de casa terminó la competencia como la inició: con mal portero, mala defensa y un débil ataque. En su juego con Tigres dominó los últimos 25 minutos, cuando se quedó con ventaja numérica, pero no pudo anotar un solo gol, que le hiciera empatar a 2 tantos e irse a penales, como lo hizo el Puebla frente a los rayados del Monterrey, a quienes eliminó.
El Toluca no pudo conseguir un gol. El único a su favor en ese encuentro importante fue un regalo del rival: un autogol del defensa de Tigres, Hugo Ayala, porque una vez más la delantera no fue capaz de inquietar al portero rival, a pesar de que el equipo neolonés tampoco jugó un gran partido.
No sorprendió su derrota y más bien hubiera extrañado su victoria, porque de aquellos temibles “Diablos” nada queda. Sus dos buenos jugadores no alcanzan para hacer de los “choriceros” un equipo competitivo.
En los torneos los equipos ganan o pierden, aun jugando bien. El problema del Toluca es que pierde mucho y es eliminado de manera justa, pero aun cuando llega a ganar, juega mal.
Por eso es la crítica y, sobre todo, porque sus seguidores saben que inclusive con ese plantel puede jugar mejor, y hace todo lo contrario, además está arraigando la costumbre de perder fuera de su casa.
No pudieron hacerlo cambiar Saturnino Cardozo, Hernán Cristante, José Manuel de la Torre, ni Carlos Adrián Morales, prueba de que el mal no está en los entrenadores, sino en los jugadores, en el área administrativa, infestada de chambistas y en los dueños, uno de los cuales es presidente del consejo de administración de uno de los principales bancos del país.