El pasado 20 de noviembre, justo en la fecha cuando se entrega el Premio Nacional del Deporte, que él ganó en 1981, murió Ernesto Canto Gudiño, una de las leyendas de la marcha mexicana y mundial. Un padecimiento distinto al Covid-19 le arrebató la vida a los 61 años, pero dejó un legado deportivo en el atletismo difícil de igualar; sobre todo, en los 10 y los 20 kilómetros.
En 1984, en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, ganó la medalla de oro. Los envidiosos, que no faltan en actividad alguna, difundieron que su triunfo fue posible por la ausencia de los atletas soviéticos, quienes boicotearon esos Juegos, en venganza porque 4 años antes los estadunidenses hicieron lo mismo a la Olimpiada de Moscú.
No obstante, todos los mejores atletas de la URSS habían sido derrotados en diversas competencias previas a Los Ángeles.
Canto ganó oro en Juegos Centroamericanos, Panamericanos, Olímpicos y campeonatos mundiales, e impuso record de la hora y mundial en su apogeo como deportista, con triunfos en América y Europa. Descanse en paz.