Gerardo Fernández Noroña ya no milita en Morena, en donde le formó imagen de violento al ahora presidente Andrés Manuel López Obrador, de quien no se despegaba, por lo que todos los actos incivilizados de Noroña se los cargaban al tabasqueño. Éste se dio cuenta y lo alejó de su entorno, pero aquel logró colarse al PT y ahora es diputado por ese partido, que forma parte de la alianza legislativa encabezada por Morena.
De todos modos, los adversarios de López Obrador aprovechan todos los actos groseros de Gerardo para atribuirlos al grupo del presidente. Así, al no quererse poner el cubrebocas en el INE dio lugar a críticas generalizadas al presidente, porque no usa cubrebocas en Palacio Nacional.
Lo mismo ocurrió cuando se le criticó por tener una camioneta de más de un millón de pesos. Los medios informativos y sus columnistas opositores a AMLO (casi todos) utilizaron el caso de Noroña para sostener que en el gobierno dela cuarta transformación hay incongruencia entre su política de austeridad y los lujos de sus integrantes.
Les dio pretexto otra vez a quienes combaten a López Obrador. Todo eso convence a los cuadros de Morena de que Fernández Noroña sirve a la ultraderecha y la derecha.
En uno de sus últimos escándalos, agarró pleito con una diputada panista, quien lo acusó de actos de violencia política de género, pero el petista dice que no puede ser reconvenido, porque lo protege la Constitución.
Se le olvida que la Constitución garantiza a senadores y diputados la libertad de opinar sobre cualquier tema en el ejercicio de sus funciones, sin ser reconvenidos; sin embargo, cuando presuntamente agredió verbalmente a la representante popular panista, no lo hizo en el ejercicio de sus funciones de diputados, sino en un mitín político partidista.
