*Se presentaba como ejemplo de democracia: urge cambiar sistema comicial.
De la redacción
Alentada por la negativa de Donald Trump a reconocer su derrota y su insistencia en que le robaron la elección presidencial, la toma violenta del Capitolio, inclusive por hombres armados, para impedir la confirmación del triunfo de Joe Biden, y en la cual fue muerta una mujer simpatizante del actual presidente, ocasionó mucho daño a la democracia de Estados Unidos y le restará autoridad moral en el futuro para presentarse en el mundo como ejemplo a seguir.
Estados Unidos ha promovido sangrientos golpes de estado e invasiones en países latinoamericanos y respaldado a personajes de derecha y ultraderecha en luchas por la vía electoral para llevarlos al poder, precisamente, con el argumento de promover y fortalecer la democracia en la región.
No se han salvado naciones de Asía ni África de las intervenciones estadounidenses, incluyendo invasiones militares y ocupaciones bajo el mismo argumento. Ahora no podrá esgrimir ese pretexto, después del intento golpista alentado por Trump el 6 de ese mes, a 14 días del cambio de mando.
El gobernante saliente exhibió la imperfección de la democracia de Estados Unidos, y puso de manifiesto que su sistema electoral no es democrático y puede dar lugar a insurrecciones de una franja cerril, antidemocrática, xenófoba, racista, supremacista y fascista de la sociedad estadounidense.
Donald Trump perdió el voto popular en noviembre de 2016, pero fue electo presidente por los votos que dan los estados, en la democracia indirecta del colegio electoral. Y llegó a la Casa Blanca sin ser cuestionado. Ahora perdió tanto la elección del voto popular como la del Colegio Electoral, pero ni así reconoció el triunfo de Biden.
DEBE CAMBIAR LA ELECCIÓN INDIRECTA
Lo ocurrido refleja la necesidad de eliminar ese sistema electoral que permite a un candidato presidencial derrotado en el voto popular ser declarado ganador por un colegio electoral.
Si fuera una sola elección de voto universal y secreto, Trump no hubiera podido desconocer su derrota ni el triunfo de Biden; y de intentarlo, nadie le hubiese hecho caso, porque su derrota fue contundente. Es difícil que Estados Unidos cambie su sistema electoral, pero con él no podrá presentarse como modelo de democracia ni mucho menos violar la soberanía y territorios de otros países con el pretexto de defender una democracia sin ser acusado, al menos, de hipocresía.