MEDIOS INFORMATIVOS: ANTICOMUNISTAS POR DINERO
EN GUERRA FRÍA; AHORA DEFIENDE INTERESES PROPIOS
MAXIMILIANO CASTILLO R.
El periodismo mexicano pide a gritos un estudio autocrítico de lo que ha sido en los últimos 70 años, porque sufrió grandes mutaciones en sus políticas informativas y analíticas y en sus características empresariales, inclusive en su condición de poder fáctico.
Muchos ensayos sobre el tema se han efectuado, pero abarcan todo el período del periodismo, desde la llegada de la imprenta hasta nuestros días. Por ese prolongado proceso sujeto a estudio, no se ha puesto énfasis en cuanto ha ocurrido en la actividad empresarial del ramo, ni en los cambios operados en este siglo, que dejó atrás aquel falso señalamiento de la prensa como el “cuarto poder”.
Nunca lo fue, pero el poder público que controlaba y financiaba a los medios informativos le convenía hacerle creer eso. En realidad, con las honrosas excepciones, los medios informativos de mediados del siglo pasado obtenían ingresos del gobierno, a cambio de elogiarlo, pero no eran el cuarto poder.
Llegó a ser el primer poder en este siglo, porque pasó a formar parte de los conglomerados empresariales y no se conformó ya con recibir subvenciones, sino que adquirió fuerza, influencia y dejó practicar el elogio como política informativa y analítica, para asumir la denuncia y la crítica como estrategias para ganar credibilidad y prestigio suficientes para someter a las instituciones y a sus representantes, incluyendo al presidente de la República.
Más fácil les resultó intimidar y chantajear a los titulares de los poderes Legislativo y Judicial, a las cúpulas de los partidos políticos, a gobernadores y alcaldes, a quienes todavía en la década de los setenta del siglo pasado no eran víctimas de chantaje. Arraigaron la idea de que nadie podía hacer carrera política sin el respaldo de la llamada prensa, porque el término medios informativos no se había popularizado todavía.
Los convirtieron en rehenes al servicio de los intereses plutocráticos de los dueños del dinero del país, propietarios también de los grandes medios informativos o patrocinadores de los mismos. Los alinearon a sus intereses con la fortalecida creencia de que los medios informativos podían destruir carreras políticas.
De esta forma, los medios informativos (muchos de los actuales no existían en ese tiempo), con las excepciones de la regla, pasaron del anticomunismo mercenario durante la “Guerra Fría”, pagado por el poder público y la CIA, a verdadero poder fáctico, más poderosos que los poderes constituidos o al menos con la suficiente capacidad de intimidación y sometimiento para ponerlas al servicio de sus intereses y de los que representan, y colocarse por encima del Estado de Derecho.
Eso terminó, al menos temporalmente, el 30 de noviembre de 2018, pero los intereses plutocráticos de los cuales forman parte y que se apoderaron del ingreso nacional durante los gobiernos neoliberalismo mediante el saqueo del erario y de los bienes nacionales no están dispuestos a perder esos beneficios y ahora forman parte de la oposición al gobierno del presidente López Obrador.