De la Redacción
Existe la creencia generalizada de que el grupo del gobernador en cada caso
influye en la elección del rector de la Universidad Autónoma del Estado de
México (UAEM) y, al final, la universidad se convierte en un espacio de poder más orbitando alrededor del Ejecutivo estatal.
Esta sospecha se robustecía en cada elección del mando universitario porque invariablemente era electo el candidato con más y mejores relaciones con los hombres del Poder Ejecutivo del Estado. Siempre se cumplió así, y la cercanía con el Ejecutivo era un requisito no escrito en ninguna parte que, no obstante, se obedecía. Solo en algunos casos sucedió que el gobernador se limitara a ejercer un derecho de veto, tampoco ejercido públicamente, ante la imposibilidad de imponer a un incondicional suyo. E incluso hubo gobernadores que pretendían dejar ese cargo en gente por completo ajena a la universidad, aunque al final no lo lograron.
No obstante, ahora nadie piensa que en el proceso electoral interno de la
Universidad pueda influir el gobernador Alfredo del Mazo Maza. El actual
mandatario se ha destacado por su no injerencia en otros poderes o
instituciones, y ejemplos sobran: no se ha interesado o no ha podido influir
para designar al coordinador del mermado grupo de diputados locales del PRI, de hecho sus hombres de mayor confianza han sido relegados en dos ocasiones en que se ha electo al jefe de la bancada.
Tampoco ha impuesto, o no lo han dejado imponer, a un personaje cercano suyo al frente del tricolor en el Estado de México, es más, la actual dirigencia partidista está identificada como antagonista interna del mandatario, y sus decisiones de candidatos y estructura no son consultadas con el inquilino del palacio estatal.
Pero tampoco en los entes autónomos se ve la mano del gobernador mexiquense, y en el actual proceso para designar al consejero presidente del IEEM no se identifica algún candidato oficial o, por lo menos, no hay evidencia de que se busque o se tenga la intención, ya no se diga la fuerza, para imponer a un cuadro oficialista.
Con estos antecedentes, parece claro que el ejecutivo estatal no intentará
intervenir en un asunto doméstico de la comunidad universitaria. Por lo demás, podría ser incluso un asunto en el cual no tiene el menor interés personal -ya no se diga político- pues, después de todo, tampoco es miembro de la comunidad universitaria, vaya ni el doctorado honoris causa le han ofrecido, muestra del distanciamiento entre la institución universitaria y la Casa Estado de México, que podría significar la primera elección en la cual no intervenga ni para bien ni para mal un gobernador mexiquense.
