Todavía Saúl “Canelo” Álvarez no sube al ring instalado en el estadio Hard Rock, de Miami, Florida, para defender su título de campeón mundial supermediano, y ya sus detractores están descalificando su casi seguro triunfo sobre el turco Avni Yildirim.
Aducen que, además de la poca calidad boxística del rival, el pasado día 23 ese pugilista cumplió dos años sin pelear, después de dar positivo a exámenes de esteróides y anabólicos. Recién cumplió su periodo de sansión.
El tapatío llega a este combate con un record de 54 triunfos, una derrota, dos empates y 36 nocáuts, pero tiene muchos críticos. Insisten en que no es un ídolo, que no entusiasma y que no es de los mejores campeones mundiales libra por libra.
En lo que no hay duda es que se trata de un buen boxeador, pero es mucho mejor para venderse, pues cobra decenas de millones de dólares por pelea; es decir, en un sólo combate gana más de cuánto ganaron juntos varios grandes campeones mundiales en todas sus respectivas carreras: Salvador Sánchez, Mantequilla Nápoles, Julio César Chávez, “Finito López” y Rubén Olivares.
Hay quienes sostienen que en realidad sus ganancias y estilo de vida lujoso y ostentoso, más su lejanía con la población , pues no se mete a cantinas, ni bares, le genera envidias y le impide ser ídolo.