*Causa diabetes, cáncer y sobrepeso maíz forrajero importado, alerta una científica.
De la redacción
Durante los últimos 20 años el gobierno mexicano ha importado de los Estados Unidos maíz forrajero transgénico, producido para engordar ganado, pero utilizado aquí en la elaboración de alimentos procesados para el consumo humano.
Se trata de un cereal pobre en valor nutritivo, cuyos componentes propician diabetes, sobrepeso, obesidad, hipertensión y otras enfermedades graves como cáncer, y sus efectos representan un grave problema de salud, advirtió Jesús de la Cruz Martínez, apoderado legal de la Federación de Productores del Estado de México (FPMEM). Estos inconvenientes desde el punto de vista sanitario fueron exhibidos, por los resultados trágicos de la pandemia de Covid-19 en personas con esas comorbilidades.
Criticó a las autoridades anteriores por consentir que el grano propio para el ganado estadounidense aquí se industrializara y se comercializara para el consumo humano, en una clara irresponsabilidad que privilegió la utilidad a costa de la salud de los mexicanos.
Se permitió que las grandes empresas nacionales y extranjeras industrializaran alimentos en perjuicio de la salud de los mexicanos y de los intereses y economía de las familias campesinas del país, abundó.
Por su parte, la investigadora Silvia Ribeiro, integrante de un grupo científico denominado “Comprometido con el desarrollo de la sociedad”, consideró una falsedad que el mundo requiera de alimentos transgénicos y de las trasnacionales dominadoras del mercado de la alimentación en el mundo, para poder alimentarse.
En un trabajo publicado, sostuvo que el 70 por ciento de la población mundial obtiene comida de la producción de las redes de pequeños agricultores, incluyendo a la población indígena, pastores, recolectores, pescadores y pescadoras artesanales.
Reveló la existencia de mil millones de “campesinos urbanos”, propietarios de animales y huertas en traspatios, quienes no requieren de alimentos transgénicos. Las redes campesinas producen con escasos recursos, pues disponen de apenas el 25 por ciento de la tierra y poco apoyo oficial, pero aseguran alimentos al 70 por ciento de la población.
En cambio, las grandes cadena alimentaría agroindustrial acapara el 75 por ciento de la superficie cultivada en el planeta, pero alimenta sólo al 30 por ciento de los habitantes del planeta. También se queda con las estratosféricas ganancias proporcionadas por la venta de alimentos. En su caso, los procesados.
De la Cruz Martínez consideró grave que las anteriores autoridades hubieran autorizado el consumo de maíz forrajero, que se produce en Estados Unidos para engordar animales, no para el consumo humano, como lo hace aquí la industria alimentaria, para elevar sus márgenes de utilidades a costa de la salud de los mexicanos.
Las empresas del ramo enferman a la población, cuya cura cuesta a los contribuyentes, pero lo más grave y que no se puede medir en pesos y centavos es que las víctimas padecen una mala calidad de vida, criticó el representante legal de la FPMEM.
Otro problema soslayado por el gobierno mexicano es el de la importación de maíz forrajero producido con altos subsidios, lo que permite a los productores estadounidenses vender barato el grano, en una competencia desleal para los campesinos mexicanos. Estos, a su vez, durante 36 años carecieron de apoyo oficial para producción, pues más del 80 por ciento de los fondos públicos destinados a la producción rural benefició a las grandes empresas trasnacionales y agricultores ricos.