De la Redacción
Félix Salgado Macedonio tiene la culpa de que ahora la oposición lo aproveche para atacar a Morena y acusar al presidente Andrés Manuel López Obrador por desatender los reclamos de las feministas.
Él mismo, hace unos años, declaró en una entrevista que es borracho y mujeriego, pero no se quedó allí, agregó que todo cuanto se dice de él es cierto, ‘y hasta se quedan cortos’, se jactó. En estas condiciones, sean ciertas o no las acusaciones de violación sexual, la gente las da por ciertas. El personaje simplemente armó el circo en el cual se ve envuelto hoy.
Ahora bien, justas o injustas las denuncias en contra del controvertido personaje, llama la atención que de los aproximadamente 12 mil candidatos o precandidatos a gobernadores, diputados federales y locales, a alcaldes, síndicos y regidores; es decir, de todos los hombres interesados en acceder a un cargo de elección popular en la ‘elección más grande de la historia’, ninguno otro más que Salgado Macedonio ha acosado y violado mujeres o tenido conductas inapropiadas con las féminas, como pudiera inferirse del que no haya un movimiento feminista para exigir se le cancele su precandidatura o candidatura a nadie más.
De ser así, estaríamos hablando de una clase política muy, pero muy moderna, alejada de las prácticas misóginas de las cuales se suele acusar a las instituciones mexicanas, es más, hablaríamos de que el machismo prácticamente se ha superado por nuestros políticos, pero eso no se refleja en el resto de la sociedad.
Lo anterior da lugar a que se piense que intereses políticos y electorales están atrás o adelante de las detractoras de Salgado Macedonio, sean ciertas o no las acusaciones. En éste sentido, el movimiento feminista en su conjunto podría ser víctima de violencia política de género, al ser manipulado por intereses no identificados, pero ciertamente infiltrados en sus filas.
