LA DEPENDENCIA ENERGÉTICA
Y EL RIESGO A LA SOBERANÍA
EL CAPITAL TRASNACIONAL QUIERE DECIDIR SOBRE
LO QUE PUEDE LEGISLAR MÉXICO EN ENERGÉTICOS
La interrupción del suministro de gas natural texano a las plantas generadoras de energía eléctrica evidenció el grave problema de la dependencia del país respecto de Estados Unidos. De la misma forma reveló lo oneroso de los contratos de suministro y transporte del producto, contrarios claramente a los intereses nacionales.
Como es bien sabido, fue un fenómeno climático el causante de la suspensión del suministro, pero ocurrió en un momento de un acalorado debate y fuertes presiones del capital extranjero y nacional contra el gobierno mexicano, especialmente contra los poderes Ejecutivo y Legislativo para impedir la aprobación de la reforma a la Ley de la Industria Eléctrica (LIE).
Esas presiones, amenazas y abierto chantaje a las instituciones nacionales por parte de los intereses extranjeros beneficiados con el desmantelamiento de la industria eléctrica y la conversión de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) en agencia de venta del fluido eléctrico generado por particulares, constituye una grosera injerencia en los asuntos internos del país.
La soberbia y prepotencia de esos intereses, apoyados por poderosas organizaciones empresariales de naciones desarrolladas, llega a tanto que se arrogan el derecho a intentar decidir qué puede y qué no puede legislar un pueblo soberano y sus instituciones en materia de política de energía eléctrica.
En los hechos desconocen la facultad del Estado nación mexicano de ejercer en la práctica la rectoría del Estado en una actividad de importancia estratégica para la seguridad nacional y los intereses de los mexicanos, como indiscutiblemente lo es la generación, conducción, distribución y comercialización de la energía eléctrica.
La concepción del país por parte de los generadores privados de energía eléctrica, extranjeros y nacionales es la de un mercado altamente rentable, inclusive con excesivo lucro, hasta alcanzar niveles de deshumanización, en el colmo de la insensibilidad y voracidad empresarial.
El ensoberbecimiento de los capitales extranjeros y nacionales beneficiados por la refirma energética es producto de la política entreguista, antipopular y antimexicana de los dos últimos presidentes de la República: Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto, que por ley y contratos pusieron a su disposición la infraestructura de la Comisión Federal de Electricidad para conducir, distribuir y comercializar la energía eléctrica que producen, por encima de la generada por las plantas de la empresa pública.
Hay condiciones de la industria eléctrica que deben cambiar en favor de los intereses del país, de los consumidores y el desarrollo nacional, para alcanzar la autosuficiencia e independencia energética y restablecer la rectoría del Estado en la materia, para que el suministro del fluido recupere su naturaleza de servicio y no como mercancía para el lucro descomunal, además de que México debe ejercer su soberanía para decidir lo que convenga a todos.