Augusto Lozano Robles
En entrevista con Carlos Loret de Mola, Diego Fernández de Cevallos le endilgó 22 adjetivos descalificativos al presidente Andrés Manuel López Obrador. Fue grosero, patán e irrespetuoso; además, calumnió al calificar al tabasqueño incluso de cobarde. No puede serlo un hombre que se enfrenta al poder fáctico económico y mediático nacional y extranjero que convirtió a los presidentes en rehenes y los puso a su servicio para saquear al erario y bienes nacionales.
Tampoco puede acusar al mandatario de mentiroso, ni de traidor, como lo hizo, pues López Obrador está haciendo justo cuanto ofreció en campaña y por lo cual lo apoyaron más de 30 millones de electores.
Muchos de los improperios que profirió Fernández de Cevallos le quedan más bien a él, porque ha sido el principal traficante de influencias desde 1988 hasta 2018, lo cual le permitió acumular una descomunal fortuna.
No obstante, su aparición no es casual, obedece a una estrategia política diseñada para restarle apoyos a la 4T, específicamente a Morena en las elecciones de este año, mediante el golpeteo a la imagen presidencial. Pero no hay muchos personajes que se presten para una tarea tan baja como insultar con mentiras al presidente.
Con humor, López Obrador podría repetirle aquel viejo dicho y decirle al ex candidato presidencial del PAN y testaferro de Carlos Salinas de Gortari: “Pancho narices, lo tuyo me dices”.