Videovigilancia, Combate a la Delincuencia y Control de Confianza

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Augusto Lozano R.

En estos días se ha dado a conocer una reducción en el número de vehículos robados a nivel nacional, a la par de un aumento en la recuperación de las unidades antes de que los maleantes puedan desaparecerlas. Lo cual es una muy buena noticia.

Aunque el fenómeno afecta a todo el país, históricamente se ha concentrado en dos entidades: Ciudad de México y Estado de México. Y de éstas, la última se mantiene como primer lugar nacional en robo de automotores. Pese a que desde hace años se anunció la instalaciones de miles de cámaras de seguridad a lo largo y ancho del Estado, no ha sido sino hasta ahora que éstas comenzaron a servir para combatir efectivamente los ilícitos, de manera particular el robo de autos.

Poco se ha reflexionado, pero también en los últimos días han sido numerosos los casos de automóviles robados y luego abandonados sin que se logre capturar a los delincuentes justo cuando elementos policíacos inician la persecución, tras recibir la alerta del C-5.

Ahora hay fundadas sospechas de que los delincuentes son alertados desde alguna área policíaca de la persecución, y por eso huyen y dejan las unidades robadas, algunas veces, con violencia. De ser así, confirmaría que los cuerpos de seguridad pública han sido infiltrados por las bandas criminales, y algunos elementos les brindan protección y los alertan del seguimiento, problema no resuelto ni detectado en los exámenes de control de confianza, de los cuales ya no se brindan reportes, ni se sabe el avance en la implementación de ésta herramienta.

Las sospechas de “filtraciones” de operativos o persecuciones policíacas no son nuevas, han sido detectadas incluso por fuerzas federales de seguridad cuando efectuaban megaoperativos para decomisar drogas y armas.

Participaban más de mil elementos, con órdenes de aprehensión y de cateo a puntos de venta de drogas, pero los resultados eran ínfimos, porque los distribuidores de drogas al medio mayoreo y menudeo eran alertados desde las agencias estatales o municipales.

El comportamiento del número de robos de autos y su recuperación demuestra que los sistemas de videovigilancia funcionan; sin embargo, el que los criminales parezcan estar informados de lo que se detecta en las pantallas es muy grave, pues se trata de un halconeo al interior de las corporaciones, ya por personal en el C-5, ya por infiltración entre los operativos o, peor aún, por hackeo de los sistemas. Nada de eso es para estar tranquilos.

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