Augusto L. Robles
Algo anda mal con el ex presidente Felipe Calderón Hinojosa, pues no hay explicación a su forma de inmiscuirse en los asuntos políticos del país, sobre todo cuando hay cada vez más evidencias del narcogobierno que hizo. Ahora que su ex colaborador y brazo fuerte en materia de seguridad pública y lucha contra el narco, Genaro García Luna, está preso en los Estados Unidos por haberles brindado protección desde el gobierno a narcotraficantes, el ex presidente en vez de guardar un perfil bajo y evitarse estar en el ojo de la opinión pública, elige dar rienda suelta a su afán de protagonismo.
Ya no le basta con atacar al presidente Andrés Manuel López Obrador y todo cuanto dice o hace éste, sino ahora también somete a demoledoras críticas a los dirigentes del PAN; el partido que lo llevó a la presidencia de la República y en el cual militó por décadas.
Hace unos días acusó a los actuales dirigentes de ese partido de haber postulado muchos candidatos impresentables, además de que empresas de allegados a los dirigentes venden la propaganda electoral al PAN.
Con esto, Calderón Hinojosa no solo se muestra resentido, sino desagradecido, porque el PAN postuló a su esposa, Margarita Zavala para una diputación federal de mayoría, y para garantizarle su arribo a San Lázaro, la hizo candidata plurinominal. Los panistas sostienen que la impuso Claudio X. González.
Lo cierto es que el ex presidente ya no solo exhibe una total carencia de autocrítica, sino parece convencido de su total impunidad, y no por los escándalos de su gobierno, también por las investigaciones contra García Luna. Sea cual sea la razón por la cual está convencido de ser intocable por los gobiernos de México y Estados Unidos, no se conforma con la impunidad y busca de manera constante el protagonismo, antagonizando con todo mundo.
