*Más allá del espectáculo deportivo, está el gran negocio que sería tal liga.
De la Redacción
Cualquier comentario sobre la creación de la superliga del fútbol europeo debe partir del hecho de que las federaciones de fútbol son un negocio privado, a cuyos dueños les mueve el afán de lucro. Y ahora quieren hacer más elitista ese negocio.
Si se concreta, será un duro revés para la FIFA, y más si ésta cumple su amenaza de desafiliar a esos equipos (los tres o cuatro mejores de cada liga) y prohibir a los seleccionados de la superliga participar en los mundiales. Estas competencias realizadas cada cuatro años, así como los juegos de clasificación a la contienda y los partidos amistosos entre sus países miembro perderían interés, porque no tendrían las grandes figuras que los hacen atractivos.
Para los aficionados la superliga sería beneficiosa, porque verían en los estadios y en la televisión una especie de champions todo el tiempo que durara el torneo. Y con ello nacería un nuevo mercado y clientes de super poder adquisitivo.
Ya se especula que el precio del boleto para asistir a un torneo de esta clase sería, por justicia, igual o incluso superior al de los encuentros de un mundial o de la champions; sin embargo, también existe la posibilidad de que se alcancen precios prohibitivos para el grueso de la población mundial,; es decir, que se conviertan en centro de reunión exclusiva para personajes de muy alto nivel adquisitivo, millonarios o multimillonarios, en estadios acondicionados específicamente para este mercado.
También está el asunto de los derechos de transmisión por medios electrónicos de esta teórica super liga, los cuales también podrían superar los costos actuales de cualquier torneo o competencia.
Empero no debe perderse de vista que se trataría de un nuevo negocio privado nuevo que afectaría a otro negocio privado viejo.