*También se combatirá la evasión fiscal en este tema.
De la Redacción
La reforma laboral que puso fin al “outsourcing”, como se le conoce a esa especie de semiesclavitud en que las empresas intermediarias tienen a cerca de 6 millones de trabajadores, a los cuales tratan como mercancía, pues los alquilan a otras empresas, sin derecho de antigüedad, reparto de utilidades ni registros en el IMSS o Infonavir; además, con menores salarios de los reales, lo que afectará el monto de sus pensiones cuando se jubilen. Por si fuera poco, estas empresas evaden impuestos y no pocas recurrían a las factureras.
Esa intermediación continuará, pero para trabajos especializados o para obras determinadas, como estaba antes de que Felipe Calderón reformara la Ley Federal de Trabajo y se extendiera a todas las empresas privadas, hasta en trabajo que son el objeto social de las empresas contratantes y no deben desempeñarlos personal ajeno a su planta laboral.
Los argumentos de quienes defendían el Outsorcing se basaban en que si se terminaba esa intermediación en el mercado laboral se perderían empleos, pero eso era y es falso, pues las intermediarias no generan empleos: precarizan las plazas de las empresas a las cuales les alquilan a los trabajadores.
Las intermediarias no disponen de infraestructura para producir bienes o servicios, pues se dedican a proveer fuerza de trabajo, como mercancía, esclavos, a las contratantes, quienes se liberan de sus obligaciones patronales, como la seguridad social, la antigüedad y pago de reparto de utilidades; y todo ello -es importante subrayarlo- en perjuicio de 6 millones de familias trabajadoras.