*Gasolineras se quedan con el subsidio a gasolinas y elevan precios.
De la redacción
Sombrío luce el escenario económico para la mayoría de las familias mexicanas: la clase empresarial está cargando sus pérdidas ocasionadas por la pandemia a los consumidores finales de sus productos, incluyendo los básicos.
La información de organizaciones como la “Alianza Nacional del Pequeño Comercio” (ANPEC) reportan el encarecimiento de un 6.3 por ciento en el primer trimestre del año, con alzas anuales superiores al 50 por ciento entre marzo de 2020 y marzo de este año, como es el caso del jitomate.
La embestida en contra de la economía popular, para hacerla pagar las pérdidas empresariales ocasionadas por el Covid-19, incluye también la reducción de salarios de los nuevos empleos.
Otra vía utilizada por las empresas para recuperar pérdidas es la disminución de pesos, volumen y contenidos de muchas mercancías, aprovechando que un alto porcentaje de los consumidores no revisa lo que compra.
La ANPEC puso como ejemplo de la carestía el incremento de precios en los productos como el papel higiénico, pasta dental, tortillas, pan y los alimentos perecederos, con alzas desproporcionadas.
LA VORACIDAD DE MUCHOS GASOLINEROS
Los empresarios atribuyen los encarecimientos al aumento de los precios de los combustibles, utilizados para el transporte de mercancías en el territorio nacional.
No obstante, prestigiados economistas sostienen que hay voracidad de un alto porcentaje de las empresas distribuidoras de gasolinas, pues el gobierno destina miles de millones de pesos en subsidio a los consumidores.
Este apoyo reviste la forma de una disminución del Impuesto Especial Sobre Productos y Servicios (IEPES), aplicado a los combustibles, cuyo objetivo es evitar el incremento en los precios a los consumidores.
Sin embargo, en la práctica, el subsidio que es para quienes compran gasolinas beneficia a las empresas gasolineras voraces, muchas de las cuales adicionalmente miden mal el producto y despachan menos volumen del cobrado, en perjuicio de su clientes y con impacto negativo en la inflación.
En la lista de productos básicos encarecidos figuran el aceite de cocina, los cereales industrializados, los detergentes y las galletas. En el caso del atún, como en el de los productos lácteos, adicionalmente no contiene los componentes nutricionales ofertados, pues el producto pesquero es sustituido por soya y, en los segundos, por fórmulas basadas en saborizantes artificiales, grasas y otras materias primas.