Augusto L. Robles
No es bueno para el proceso mexiquense en que se elegirán diputados locales y ayuntamientos que el IEEM no tenga un liderazgo fuerte, porque se trata de elecciones estratégicas: estará en juego la mayoría legislativa y los espacios de poder municipal. Se trata, como se ha dicho ya gran cantidad de veces, de las elecciones más grandes de la historia en el país, y el caso de un instituto electoral local acéfalo es único y debería preocupar por sus implicaciones.
El IEEM padecerá fuertes presiones partidistas. Por un lado estará una alianza electoral que busca conservar cuanto tiene y profundizar en los cambios propuestos por el proyecto de la 4T; y por otra parte está la coalición que tratará de arrebatarle a la primera su mayoría en la Cámara de Diputados Locales, apoyada por los intereses político económicos que gobiernan en el Estado de México, y con miras a conservar el Ejecutivo estatal en 2023.
Por ello, los antes adversarios ideológicos irreconciliables participan unidos contra Morena, como un ensayo general para una alianza en 2023, cuando se elija gobernador. De los resultados que obtengan en esta elección dependerá el rumbo que sigan dentro de dos años e incluso para el 2024.
Por si fuera poco, ahora particulares pueden donarle a partidos hasta un millón 428 mil pesos, lo cual representa un alto riesgo de que el dinero determine los resultados, en agravio de la democracia y la equidad. Y todo ello con una presidencia del IEEM débil justo en momentos cuando se necesita un arbitro fuerte e imparcial para defender la voluntad de la mayoría de los mexiquenses.