Augusto L. Robles
Aunque no se quiera ser mal pensado sobre la corrupción en el Poder Judicial Federal, abundan las pruebas que confirman esa realidad. Y una de ellas surgió en estos días con los amparos contra el rediseño del espacio aéreo del Valle de México. El promotor de esos juicios de garantías, que lograron suspensión provisional de esos cambios a las rutas de aviones, es un abogado de apellido Mijangos.
En sus agravios presentados ante el juez de amparos dijo que los aviones pasan por arriba de su mansión y producen mucho ruido que afecta su tranquilidad. Su casa está en el Fraccionamiento “La Herradura”, de Huixquilucan, una de las zonas residenciales más exclusivas del área metropolitana capitalina. Y él la compró con su sueldo de secretario de un ministro de la SCJN.
Empresarios medianos no tienen capacidad económica para comprar una mansión en una zona habitada por banqueros y grandes industriales, como la de ex funcionario de la Corte, quien no llegó a magistrado, ni ministro, pero su carácter ahorrativo le permitió juntar recursos suficientes para darse la vida que se da y vivir donde vive.