De la Redacción
La candidata de Morena a gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado Pineda; y el abanderado para mandatario de Michoacán, Alfredo Ramírez Bedolla, iniciaron sus campañas electorales cuando se ha consumido ya el 50 por ciento del plazo legal para esos trabajos.
En este aspecto las contiendas son inequitativas, y esa inequidad la propiciaron el INE y el TEPJF, por los problemas que generaron con la cancelación de las candidaturas a los registrados inicialmente. Lo paradójico es que esos organismos tienen entre sus obligaciones garantizar la equidad en la lucha por el poder.
Esta situación favorece a la coalición encabezada por el PRI. Ahora, si esa ventaja temporal y la gigantesca campaña mediática que la acompañó no son suficientes para derrotar a Morena; es decir, si el PRI y sus aliados no ganan esas gubernaturas, será la mejor prueba de que los votantes no les perdonan la quiebra en que dejaron al país.
En este último aspecto, los procesos electorales de Guerrero y Michoacán servirán como termómetro del ánimo general tanto con la 4T como con los gobiernos neoliberales de los últimos sexenios. Si a pesar de las descalificaciones individuales a los candidatos, de las campañas de desprestigio contra el partido y de la intervención del INE en contra del proyecto de la 4T, Morena gana las elecciones, será un duro golpe para la ultraderecha mexicana y sus planes de recuperar el control del país.
Si por otra parte la oposición a la 4T se levanta con el triunfo en esos estados, serán un adelanto de la estrategia que seguirán los opositores al gobierno lopezobradorista en las elecciones del 2024, pero incluso antes, en el emblemático caso de la elección de gobernador en Edomex el 2023.