De la Redacción
Aparte de las denuncias penales por acoso y abuso sexual, Andrés Roemer es un ejemplo viviente del despilfarro de fondos públicos en el anterior gobierno federal. De acuerdo con informaciones oficiales, cuando fue nombrado representante de México ante la UNESCO, cuya sede está en País, Francia, lo primero que hizo fue rentar una residencia por la cual y de nuestros impuestos se pagaba cerca de 400 mil pesos mensuales.
No era embajador en Francia, ni representante de México en Francia, ni en la ONU, sino en una agencia de ésta, pero su amistad con el canciller José Antonio Meade le otorgó grandes privilegios.
Era consul en San Francisco, California, donde también se daba vida de rey con los fondos públicos, y por mudanza le cobró al gobierno mexicano más de 2.5 millones de pesos, porque se llevó a París hasta su piano. Además, como se le perdieron o rompieron algunas cosas, incluyendo un rayón al piano, cobró a la Secretaría de Relaciones Exteriores más de 200 mil pesos, que le pagaron con gusto, porque no se trataba de andar con pichicaterías.
Todos esos lujos, despilfarros y altos ingresos extrañan muchos de los que están enojados con el nuevo gobierno federal.
