*El caso de la revista es ejemplo de cómo una sola decisión editorial puede afectar la imagen de un medio.
Maximiliano Castillo R.
La prestigiada revista “The Economist” no calculó los efectos desastrosos que su portada sobre López Obrador y las elecciones en México tendrían sobre su credibilidad y presunto alto profesionalismo.
Los lectores y segmentos enterados, no le perdonan que haya ordenado votar contra Morena y, para ello, utilizado los mismos argumentos rancios de la ultraderecha empresarial. El gobierno de la 4T, por lógica, no puede estar haciendo todo bien y es válida la oposición a sus políticas y la crítica a sus resultados; sin embargo, un medio de prestigio, con recursos y profesional como se supone es “The Economist” debería tener argumentos sólidos y rigor profesional antes de criticar las decisiones de un gobierno que a menos de tres años de iniciado ha dado los resultados positivos que prometió.
En su ataque a López Obrador, la publicación más pareció militante de FRENAA y segudiora de Claudio X. González, que el medio informativo de las élites políticas y económicas del mundo occidental, con los recursos e información privilegiada que solo gobiernos y agencia de inteligencia disponen.
Adicionalmente, le afectó que esa portada sólo la contuvieran los ejemplares que circulan fuera de Europa, específicamente en Latinoamérica; y sobre todo, que el texto parecía que lo escribió Pedro Ferris de Con o Enrique Krauze, cuando les gana el rencor por los millones y millones de pesos que dejaron de cobrar en la presidencia de la República.
Independientemente de todo, y aunque el medio no pierda su prestigio mundial, quedó evidenciado que su línea editorial tiene precio y está a la venta, de lo cual le costará mucho trabajo reponerse y hará que de ahora en adelante sus portadas sean de inmediato cuestionadas.