COORDENADAS POLÍTICAS
MACARIO LOZANO R.
NUEVA CORRELACIÓN DE FUERZAS ENTRE PARTIDOS
EN EL ESTADO FUE DECIDIDA POR LOS ELECTORES
No se necesita de grandes conocimientos de ciencias políticas para entender que los resultados de las elecciones legislativas locales y de ayuntamientos, con la pérdida de importantes espacios de poder del Movimiento Nacional de Regeneración Nacional (MORENA) y la consecuente ganancia del PAN y el PRI, y en ínfima media del PRD, convertido en chiquillada y al servicio de las grandes organizaciones que antes combatió, beneficiaron a estos partidos.
Lo que no será sencillo es determinar con claridad quién del PAN y el PRI ganó más, porque numéricamente el antes partido invencible ganó muchas alcaldías y recuperó un buen número de distritos; sobre todo, si se toma como referencia un solo triunfo en los comicios de diputados de hace tres años, y los 14 de ahora.
Con todo, sus abundantes victorias en los municipios, si se exceptúa su gran éxito y mérito de haber reconquistado la capital de la entidad, corresponden a demarcaciones de mediano rango por su población y los fondos presupuestales que manejan cada año. El mismo Atlacomulco, de gran significado político para los priistas del Valle de Toluca, no puede compararse con Naucalpan o Tlalnepantla.
En cambio, el PRI perdió los dos municipios más poblados que gobierna en la actual: Chimalhuacán e Ixtapaluca, resultados que no deben soslayarse en el análisis general de los resultados de cada organización política o coalición, pues hay demarcaciones cuya población es muy grande, como ocurre con Ecatepec, que tiene más habitantes que los 25 municipios menos poblados, juntos.
Es claro que en la alianza el PAN ganó menos municipios que su compañero de viaje, pero con mayor peso demográfico y presupuestal, por lo que pudiera considerarse que obtuvo más beneficios de la coalición que el PRI, pero debe reconocerse igualmente que esos importantes triunfos de la alianza correspondieron a demarcaciones con larga tradición de fuerte presencia panista, tan es así que el PRI estuvo de acuerdo en que fueran militantes de su aliado quienes encabezaran las planillas, porque tenían mayor arraigo popular y posibilidades de triunfo.
Fue distinto en las elecciones legislativas locales, porque en estos casos los distritos tienen el mismo peso numérico en las sesiones plenarias y de comisiones, independientemente de si se trata de una demarcación rural, urbana, de zona marginada o de áreas de mansiones.
En este caso el PRI fue más beneficiado en la coalición. Y no sólo por haber ganado más distritos y porque tendrá más diputados que el PAN, sino porque logró su meta de arrebatarle a Morena la mayoría simple y la calificada, indispensable para reformar la constitución, ratificar nombramientos importantes e iniciar juicios políticos a funcionarios con fuero, comenzando por el propio gobernador.
En la Legislatura saliente Morena y sus aliados disponen de estas ventajas, lo cual le permitió también presidir los tres años la Junta de Coordinación Política, lo que no podrá hacer ya a partir del 5 de septiembre próximo, pero sobre todo, el PRI blindó a su mandatario de cualquier problema grave de fiscalización.
De todos modos, lo importante es que la nueva correlación de fuerzas del sistema de partidos estatal lo decidieron los mexiquenses y que los temores de mayor violencia el día de la jornada de votación fueron infundados, aunque debe condenarse la ocurrida en las campañas de los partidos y candidatos y la injerencia de intereses criminales en algunas partes.