CAYÓ LA CREENCIA DE QUE GRAN PRENSA DECIDÍA
TRIUNFOS Y DERROTAS DE COMICIOS: ERA FALACIA
MAXIMILIANO CASTILLO R.
Hasta el primer sábado de junio de 2018 se tenía la creencia, o al menos la tenían los políticos, que los grandes medios informativos podían construir exitosas carreras políticas y destruirlas, y que, sin su apoyo, tampoco era posible ascender en la vida pública o formarse una buena imagen.
Esta convicción generalizada en la política y en las instituciones permitió a las empresas dueñas de los grandes medios informativos y a los periodistas famosos obtener grandes beneficios. Muchos se hicieron millonarios y adquirieron mansiones para vivir en zonas residenciales, en las cuales no pueden comprar mansiones ni los medianos empresarios.
Los propietarios de las cadenas de radio y televisión y diarios impresos multiplicaron sus fortunas, por esa creencia de que podían construir o destruir carreras políticas. Se fortalecieron tanto y diversificaron sus negocios con las instituciones, a quienes mantuvieron sometidas, comenzando por los presidentes Vicente Fox Quesada, Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto.
Eso era falso. Les funcionó hasta las elecciones presidenciales que ganó Andrés Manuel López Obrador, cuyas aspiraciones pudieron frenar entre 2005 y mayo de 2012, pero fracasaron en su intento de hacerlo perder en 2018. Se desnudó la mentira. Eran otros factores reales de poder los que impedían los triunfos del ahora presidente de la República. Los medios informativos y periodistas sólo contribuían a justificar y legitimar los fraudes.
La falsedad de aquella creencia, altamente redituable para empresas dueñas de medios y periodistas sin ética y rapaces, terminó de desmoronarse el domingo 6 de este mes, al fracasar rotundamente la estrategia para arrebatarle a Morena la mayoría del Palacio Legislativo de San Lázaro, diseñada y financiada por la ultraderecha empresarial, ofendida a muerte por la supresión del perdón en el pago de impuestos, las compras gubernamentales con sobreprecios, la falta de control de calidad de bienes y servicios y contratos de obras públicas y por la corrupción.
Una parte dos grandes intereses económicos se convirtió en opositora abierta al gobernó del presidente López Obrador y de Morena, y reclutaron para su causa a los dirigentes del PRI, PAN y PRD, y a casi todos los dueños de los grandes medios informativos y periodistas conocidos, quienes sostuvieron una burda campaña contra el gobierno lópezobradorista y su partido, pero terminaron en un rotundo fracaso.
Quedó claro que fuera de la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) su influencia en los votantes es mínima, casi inexistente, y de ello sobraron ejemplos, como fue el caso del despiadado linchamiento político del senador Félix Salgado Macedonio, a quien el INE, por presiones le retiró el registro de candidato a gobernador de Guerrero. Lo mismo ocurrió con Raúl Morón, abanderado morenista para la gubernatura de Michoacán, aunque en este caso no hubo linchamiento mediático. En ambos estados ganó Morena. Y la campaña de desprestigio contra este partido tampoco favoreció a la coalición “Va por México” en las elecciones de mandatarios estatales: ganó 11 de 15 gubernaturas.
La alianza electoral citada no ganó un solo estado. El PAN conservó Chihuahua y Querétaro, pero sin la coalición. Se ratificó que los grandes medios informativos y los periodistas famosos no influyen en los electores, como se pensaba antes.