*Usan la causa como escudo y defensa, con ello la desprestigian y traicionan.
De la Redacción
La lucha de las mujeres por la igualdad, el respeto a su dignidad, vida y valía merece todo el respaldo social, pero el machismo y misoginia no deben tomarse como escudo cuando se trata de sancionar a mujeres corruptas, quienes además de delinquir dañan la imagen de las luchas de las féminas y traicionan la causa.
Rosario Robles Berlanga, la poderosa e intocable titular de SEDESOL y de SEDATU en la presidencia de Enrique Peña Nieto, presa por actos de corrupción por más de 6 mil millones de pesos, sigue insistiendo en que está encarcelada porque es mujer y “la justicias es machista y misógina”, como lo son sus acusadores.
Puede ser inocente o culpable, lo cual decidirá en su momento el juez que la procesa, pero no puede aducir machismo y misogenia en su acusación: está documentada su conducta criminal, y cómo parte del gabinete presidencial gozó de poder e impunidad, independientemente de su género.
Lo mismo hizo Yeidckol Polenvsky, cuando como dirigente de Morena fue acusada de corrupción. Dijo que la denunciaron por ser mujer, como si fuera mentira o no estuviera documentado cómo entregó por adjudicación directa a empresas propiedad de sus amigos obras de su partido, en contratos con sobreprecio.
No obstante, a diferencia de Rosario Robles, ella no podrá ser procesada penalmente: a partir del primero de septiembre adquirirá fuero constitucional. Será diputada federal de lista.
De manera inexplicable, tras una desastrosa gestión al frente de Morena durante la cual el partido no logró consolidarse ni afianzar sus estructuras nacional y de los estados, la dirigencia del mismo la postuló para esa curul, y sin hacer campaña electoral; es decir, fue premiada y allí sí no vio un asunto de género.
