*Ultraderecha empresarial debe contribuir a atenuar desigualdad: suicida no hacerlo.
De la redacción
La ultraderecha empresarial, la cual tuvo sometidos y a su servicio a los presidentes Fox Quesada, Calderón Hinojosa y Peña Nieto, “es insensible, incluso suicida: su miopía, mezquindad y rapacidad por la acumulación de fortuna no le permiten entender la necesidad de atenuar la desigualdad económica”, sostuvo Gabriel L. Villalta responsable de esta sección de economía y finanzas en “El Espectador”.
“La opulencia mezclada con la miseria, que preocupaba mucho a Morelos en la lucha independentista, es peligrosa para el mantenimiento de la armonía, paz y estabilidad social y la propia gobernabilidad, condiciones indispensables para los negocios honestos”, recordó.
Desde su perspectiva, “la posición de la ultraderecha, esa porción reducida del gran capital, reacia a pagar impuestos e irritada por la supresión de la facultad constitucional de los presidentes de la República para perdonarlos, es suicida, además de deshumanizada”.
El especialista en temas económicos y financieros explicó que, inexplicablemente, no hay estudios profundos sobre la ultraderecha empresarial en México y su voracidad por las altas utilidades obtenidas sin ética, con corrupción y tráfico de influencias, además de insensible al bienestar común y cuyo afán patológico por la acumulación de capital es capaz de promover golpes de Estado. “Esta odia a López Obrador porque les exige que pague impuestos sobre sus utilidades, como se hace en todo el mundo”, recordó.
Por razones de posición económica, la clase empresarial es de derecha, con excepciones de grandes empresarios que son de centro, como el caso de Carlos Slim, pero “hay un segmento de ultraderecha, de la cual son ejemplo los miembros del ‘Grupo Monterrey’, para la cual el no pagar impuestos es o era un privilegio que debe mantenerse, pero solo para las clases altas”, explicó el colaborador de este semanario.
Su odio contra el presidente López Obrador fue ocasionado, precisamente, por la supresión del perdón fiscal, y por eso invirtió miles de millones de pesos en las campañas electorales de la coalición “Va por México”. En realidad fue ese segmento empresarial el que convirtió al PRI, al PAN y al PRD en sus brazos electorales. Y si podía someter a presidentes, con mayor facilidad sometió a sus partidos.
“Le importaba mucho ganar la mayoría legislativa en San Lázaro porque quería atar al mandatario, al condicionarle la aprobación del presupuesto, y debilitarlo para impedir que beneficie a sus bases de apoyo popular, distanciarlo de éstas y derrotarlo así en la consulta de revocación de mandato o en la elección de 2024”, explicó el especialista.
Sin embargo, “un país estable, en paz y en condiciones para la convivencia armónica de los sectores sociales le conviene incluso a esa ultraderecha empresarial, pero no lo entiende y antepone sus intereses mezquinos a la necesidad de atenuar la desigualdad económica, vía una justa distribución del ingreso y el pago de impuestos sobre ganancias, que permita aumentar los ingresos públicos, indispensables para consolidar un estado de bienestar”, concluyó.