*Doce mil grandes empresarios nacionales y foráneos no pagaban impuestos.
GABRIEL L. VILLALTA
(Primera parte)
Sin la mala fama y leyes impositivas de privilegio para los capitales fugados e ilícitos, como en Baréin, Curazao, Islas Vírgenes, Panamá, Andorra, Belice, Bahamas, Antigua o Barbados, México fue un paraíso fiscal durante el período neoliberal 1982-2018, pero especialmente en los primeros 18 años del presente siglo..
Durante los sexenios de Miguel de la Madrid, Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña, poco más de 12 mil grandes corporaciones empresariales del país y extranjeras no pagaron impuestos; sobre sobre todo, las 6 mil 400 más grandes y con vínculos estrechos con el poder público: se les perdonaron billones de pesos de contribuciones.
El perdón fiscal y los subsidios otorgados en ese período, en la práctica, se tradujeron en transferencias a particulares por billones de pesos, los cuales nunca ingresaron a las arcas del gobierno federal y terminaron, sí, en las cuentas bancarias de empresarios y accionistas, de acuerdo con un análisis de “El Espectador” a información estadística del Sistema de Administración Tributaria (SAT) y de la Comisión Federal de Electricidad.
El sistema bancario, pero especialmente los 4 bancos más grandes, de capital extranjero, obtuvieron utilidades en los sexenios panistas y priista de este siglo por un billón 450 mil millones de pesos, por los cuales debieron cubrir más de 430 mil millones de impuesto: nada pagaron. Los condonaron.
Por el lado de los subsidios, las empresas particulares generadoras de energía eléctrica, cuyos excedentes de producción debe comprar obligatoriamente la Comisión Federal de Electricidad (CFE), dejaron de pagar en los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña 470 mil millones de pesos, por el uso de la infraestructura de conducción y distribución del fluido eléctrico.
Para dar una idea cercana de los privilegios para ese reducido grupo de megaempresarios, debe recordarse que el padrón de causantes de impuestos supera los 70 millones, y esos beneficios se entregaron sólo a poco más de 6 mil grandes corporativos, incluyendo bancos nacionales y extranjeros. Fuera de ese minúsculo conjunto de empresarios privilegiados y, en menor medida, de los otros 6 mil, a ningún otro de los 70 millones de contribuyentes les perdonaron el pago de impuestos, con los casos extremos de los trabajadores asalariados, a quienes les descuentan sus contribuciones antes de que les paguen sus sueldo.
Sin considerarse a México un paraíso fiscal, las leyes impositivas otorgaban a los presidentes de la República la facultad de beneficiar a sus amigos empresarios con el perdón fiscal. Y se abusó de ello durante 36 años.
Otro ejemplo de lo anterior es la evasión de impuestos por los anteriores dueños de Banamex, quienes en 2001 lo vendieron al Citigroup por 12 mil 500 millones de dólares, equivalentes a 250 mil millones de pesos a precio actual. Debían pagar un gravamen de 75 mil millones de pesos por esa operación, pero Francisco Gil Díaz (uno de cuyos hijos es ahora perseguido por fraude), secretario de Hacienda y Crédito Público de Vicente Fox y responsable de cobrar los impuestos, les diseñó un esquema para evadir sus contribuciones: que el pago fuera por medio de la Bolsa Mexicana de Valores para no cumplir la obligación impositiva. (Continuará)