De la Redacción
La amenaza de muerte del “Cartel Jalisco Nueva Generación” (CJNG) a los diarios impresos “Milenio” y “El Universal” y a la cadena nacional de televisión Televisa, pero especialmente y específicamente la advertencia de muerte contra la periodista Azucena Uresti, sentó un ominoso precedente, contra la libertad de expresión, los periodistas y medios informativos.
Nunca un grupo de la delincuencia organizada había amenazado pública y directamente a periodistas y medios informativos importantes, por ello la solidaridad con la víctima y la condena a la advertencia fueron justificados.
Llamó la atención el el vocero del CJNG acusara a “Milenio” de recibir dinero de otros grupos criminales y hablara de extorsiones, cobro de cuotas, y señalara a Uresti de ‘parcial’ en la cobertura dada por “Milenio Televisión” a la violencia en la Tierra Caliente de Michoacán.
La periodista no reporteó lo ocurrido, sino sólo difundió lo que le reportaron los periodistas de “Milenio”.
En México los grupos criminales, muchas veces apoyados o en contubernio con autoridades locales, impiden el ejercicio de la libertad de expresión de periodistas y medios informativos modestos, incluso han ejecutado a informadores profesionales, lo cual ubica a México como uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo.
Estos hechos no tienen la resonancia de lo ocurrido ayer. No obstante, las víctimas han sido siempre informadores locales o regionales, la mayoría sin reconocimiento nacional, y a veces ni estatal, por lo que sus muertes se registran sólo como número estadístico, sin que generen la solidaridad del gremio de la Ciudad de México, como ocurrió ahora con Uresti.