*Industria alimentaria impulsó un mercado multimillonario de comida animal.
De la redacción
Desde el siglo pasado, pero en forma más acentuada a partir del presente, los grandes intereses económicos de la industria alimentaria trasnacional diseñaron una agresiva y eficaz estrategia para consolidar y expandir el mercado mundial de alimentos para mascotas, y en especial para perros.
“Pusieron en marcha su aparato propagandístico para inducir un excesivo amor por los animales, y en el más puro plan de dominación ideológica del neoliberalismo, desalentaron la solidaridad con el prójimo, exacerbaron el individualismo y debilitaron el espíritu de solidaridad y sentido de comunidad”, advirtió el sociólogo Rodolfo Romualdo Santamaría.
En una breve entrevista, el científico social consideró que esa estrategia resultó exitosa para los poderosos intereses económicos globales de la industria alimentaria, ya muy concentrada de por sí en la producción y comercialización de alimentos ultraprocesados, tan perjudicial para la salud de la población, “ante la indiferencia, desinterés, ignorancia o corrupción de las autoridades o una mezcla de todo”, explicó.
La propaganda subliminal en extremo, destacó, se basó en la inducción de un excesivo y hasta enfermizo amor e interés por las mascotas, centrado en la población infantil. “Los animales se convirtieron en objeto de atención especial al interior de los hogares y en el gran negocio a escala planetaria, muy fortalecido, aún en crecimiento, muy difícil de frenar y, todavía más, de revertir sin afectar psicológicamente a niñas y niñas, algunos adultos ya, a quienes se dirigió la estrategia”, advirtió.
“No es difícil verificar esta realidad, pues basta ver la costosa propaganda televisiva que anuncia alimentos para mascotas. Si la paga la industria alimentaria es porque el mercado es multimillonario”, subrayó.
“Llegó a tanto la enajenación que hay familias capaces de disminuir el gasto destinado a comprar productos básicos para sus miembros, pero no el dinero que utilizan para comprar alimento para sus mascotas”, abundó el sociólogo.
A la par, esos mismos intereses económicos globales que dominan el mercado mundial en otras ramas, desalentaron el amor y la solidaridad por el prójimo, el sentido de pertenencia comunitaria; es decir, fomentaron el desamor social y generaron las condiciones para la creciente acumulación de ganancias, sin resistencia alguna, alertó Romualdo Santamaría.
“Los dueños de perros los quieren, algunos, más que a su familia. Y no se trata de que no se quiera y cuide a los animales, sino de entender que no les puede querer más que al prójimo”, sostuvo.
Se refirió en seguida a la reacción furibunda en extremo, capaz de llegar a la agresión física de una persona cuando alguien presencia que otra le da una patada a un perro, “pero muestra absoluto desinterés e indiferencia si a una indefensa mujer es asaltada, porque uno y otro comportamiento fueron inducidos”, concluyó.