El Otrora Cuarto Poder… Los Medios Convencionales – Jairo A. Tell

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EL OTRORA CUARTO PODER…Los medios convencionales.
Jairo A. Tell


El poder que llegaron a tener los medios convencionales de comunicación se ha visto mermado sustancialmente, a grado tal que hoy se podía resumir en la siguiente frase: “El cuarto poder en la 4T. es un poder de cuarta”. La razón de esta aseveración se sustenta en la pérdida de credibilidad que los grandes medios han concitado, merced a su actuación y falta de sensibilidad con las causas populares. A estos medios, Televisión, Radio y Prensa escrita les está pasando una factura muy cara el faltar a la verdad, el publicar medias verdades, el tergiversar hechos del dominio público y el convertirse en voceros del poder económico. El otrora cuarto poder se difumina paulatinamente víctima de sus propias acciones ya sea por complicidad o por omisión y por su recalcitrante sed de venganza. Cierto es que algo fundamental para la pérdida de poder de estos medios fue la negativa del gobierno de la 4T. a darles contratos de publicidad (Chayote, dirían algunos). Contratos “leoninos” que en otros momentos fueron concertados con los gobiernos PRIANISTAS, pero que en este gobierno no aplican, por lo que se esfumo la pretensión de maniatar, arrodillar y someter al gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador. Esto definitivamente fue un certero golpe a sus finanzas, pues las millonarias ganancias que obtenían ya no son más. Pero otra cosa por demás importante fue el descredito creciente de sus informaciones que cada día se parecen más al ¡Alarma! y LA PRENSA de aquellas épocas. El utilizar la información como medio de presión o de chantaje no ha resultado, y el “Nado Sincronizado” menos, por lo que han tenido que voltear hacia otros horizontes para hacerse de recursos empleando la misma estrategia. Ejemplo de ello son: los gobiernos estatales y municipales cuyos reyezuelos albergan en sus comarcas a verdaderas mafias. A nadie escapa, ni es ajeno, el hecho de que en varios estados de la república, el poder político se haya coludido o comparta dicho poder con grupos delincuenciales. Volviendo al tema, los otrora líderes de opinión, han desperdiciado vilemnte la oportunidad histórica de ejercer un periodismo de calidad, acorde a los nuevos tiempos, si de suyo se sabían bien preparados para el ejercicio de esta noble profesión, no tenían por qué temer al arribo de un gobierno de izquierda. Pero pareciera que el Tsunami llamado MORENA, les agarro como al “Tigre de Santa Julia” con los pantalones abajo y no les dio ni tiempo de reconsiderar su postura y definir qué era lo mejor para sí y para su familia. Algunos (los más desafortunadamente) apostaron todas sus canicas a que en poco tiempo lograrían debilitar y doblegar al llamado “Peje” para continuar siendo el cuarto poder. “El tiro les salió por la culata”, como dirían en mi pueblo pues, su sueño guajiro nunca se cristalizo; peor aún, muchos de esos autonombrados líderes de opinión fueron víctimas del rating y finalmente despedidos por las empresas para las que trabajaban; casos emblemáticos son los de Carlos Loret de Mola, Joaquín López Dóriga, Pedro Feriz, Adela Micha, Ricardo Alemán y Víctor Trujillo “Brozo”. Estos personajes por ningún motivo y bajo ninguna circunstancia renunciaron a su incipiente y pueril forma de hacer periodismo, basada en el chantaje, el montaje y el golpeteo político; quizás por ello desde entonces se les ha llamado “mercenarios” de la información y de la comunicación. Hay algunos otros que les siguen los pasos a pie juntillas como son los casos de Carlos Marín, Ciro Gómez Leyva, Denisse Maerker, Leonardo Kourchenco, Francisco Ramírez, y Azucena Uresti. “No entienden, que no entienden” dirían los políticos de cepa. Debieron haber puesto en la balanza que era mejor, si conservar una buena imagen con base en el prestigio o irse a escuchar el canto de las sirenas y a adorar a los becerros de oro. Mención aparte merecen quienes convencidos de que el periodismo es una actividad intelectual respetable, decidieron ser fieles a sus principios antes que torcer el camino en aras de una mejora económica y un aspiracionismo fatuo. Mis respetos para quienes se atrevieron a renunciar inclusive estando al aire, antes que someterse a una línea editorial amañada y corrupta, me refiero naturalmente a Álvaro Delgado, a Alejandro Páez Varela, a Julio Hernández López “Astillero” y a Vicente Serrano en el ámbito nacional; pero también debe reconocerse la valía y el profesionalismo de un Macario Lozano en el ámbito Local. Ellos le dieron perfecta lectura a los nuevos tiempos y entendieron que ser periodista es una responsabilidad social de mayúscula importancia. La verdad siempre sale a flote.

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