LA IZQUIERDA NO FORMÓ CUADROS PARA GOBERNAR
BIEN, NI PARA DIFUNDIR LOGROS INSTITUCIONALES
MAXIMILIANO CASTILLO R.
Uno de mis extraordinarios maestros, con quien antes de la pandemia un grupo de sus exalumnos nos reuníamos periódicamente, nos contaba un día que la vieja izquierda marxista se interesó mucho en la formación de cuadros para el debate ideológico, pero para el debate entre ellos, no con adversarios externos. Ahora, nos decía el académico, la actual izquierda no marxista en el poder no debate ni al interior, ni afuera.
En la actualidad, recuerda, sólo lo hace con eficacia Pablo Gómez Álvarez, formado en aquella vieja izquierda. “Y esta carencia de cuadros no sólo es en el campo del pensamiento, no, también le falta gente gobernar. Pareciera que esta corriente ideológica nunca tuvo vocación real de poder, ni esperaba llegar a gobernar, sino quedarse eternamente en la oposición, como minoría”, sostiene.
No se puede estar en desacuerdo con esa aguda observación, pues la izquierda debió prepararse para gobernar bien al país y formar abundantes cuadros para esas responsabilidades, al menos, desde 1988, cuando el sistema se abrió a otras corrientes y posiciones políticas progresistas y democráticas, y la izquierda vio que ganar la presidencia de la República era posible. Tuvo más de 30 años para prepararse. No lo hizo.
Con cuadros altamente calificados para las funciones de gobierno, los resultados de la cuarta transformación -aun con la pandemia- serían mucho mejores, y no tendría necesidad de recurrir a servidores públicos que no comparten al ciento por ciento los objetivos de ese proyecto de nación. Tal vez algunos hasta los boicotean.
Ese descuido en la formación de cuadros propios calificados para todas las actividades gubernamentales se refleja también en la difusión de los avances de los esfuerzos que despliegan el Ejecutivo federal, los ejecutivos estatales de Morena, e incluso sus ayuntamientos. La carencia se ha suplido con gente improvisada o proveniente de otras corrientes ideológicas.
La mejor prueba de esta debilidad de Morena, en el caso del Estado de México, la constituyen sus derrotas en municipios importantes, explicadas por los pésimos resultados ofrecidos por sus alcaldes, producto a su vez, de la falta de preparación y capacidad necesarias para gobernar bien los municipios y atender de manera oportuna y eficaz los problemas de la población.
En materia de comunicación institucional, la inexistencia de buenos profesionales de origen morenista se subsanó incorporando comunicadores priistas y panistas, interesados más en las quincenas y negocios personales que en la consolidación del proyecto de la 4T; es decir, sin compromiso con la estrategia general Morena.
Ese descuido continúa ahora que ese partido ocupa la presidencia de la República. Y el desinterés por formar cuadros para gobernar bien, o siquiera debatir, aunque no lo perciban sus líderes, milita en contra de la cuarta transformación.