*Mucho daño le hicieron al PAN los senadores: aparecieron como ultraderechistas.
De la redacción
De un plumazo, la imagen de demócrata y moderno que con tanto esfuerzo se empeñaba en construir el PAN fue desmoronada por sus senadores, encabezados por Julen Rementería, al pactar con el ultraderechista partido español Vox una lucha contra un inexistente comunismo y en contra del sí muy vigoroso movimiento feminista, por la igualdad de género y por el respeto a las preferencias sexuales.
Las arremetidas del presidente Andrés Manuel López Obrador contra el conservadurismo no habían debilitado tanto al panismo, como sí lo hizo el asumirse como un partido de ultraderecha, casi fascista y coincidente con los objetivos retrogradas y oscurantistas de Vox, cuyo dirigente es Santiago Abascal.
El desprestigio ha sido tanto que hasta un derechista como el ex presidente Felipe Calderón Hinojosa criticó el extravío ideológico del que fuera su partido -y por el cual es diputada federal su esposa Margarita Zavala- y lo criticó duramente, según un recuento de “El Espectador” a las reacciones del panismo difundidas en los medios.
Lo mismo hicieron los senadores Xóchilt Gálvez y Gustavo Madero. Este último fue más allá y atribuyó la decisión de Rementería a una orden del dirigente nacional Marko Cortés, de quien el líder de los senadores panistas es incondicional.
Todo ese daño le hizo Santiago Abascal al PAN con su sola presencia en el Senado de la República, para firmar con los legisladores de ese partido la ‘Carta de Madrid”, el compromiso de luchar contra un comunismo que no existe ni en Cuba, ni en China. El primero es socialista (que es muy diferente a comunista), y el segundo se aproxima más a un capitalismo de Estado, con grandes inversiones extranjeras, que a un comunismo.
El perfil fascista y franquista de Abascal es tan evidente que, en 2012, dejó al derechista Partido Popular (PP) por considerarlo ‘tibio’, casi izquierdista, frente a su posición ideológica.
No obstante, entre el PP y Vox hay acuerdos para combatir a la izquierda española y apoyar a gobiernos derechistas y ultraderechistas de América Latina, especialmente al de Iván Duque, en Colombia; y el de Guillermo Lasso, en Ecuador.
El divorcio de Vox y Abascal con la Realidad es tanto que sostiene que los gobiernos de Argentina y Bolivia están protegidos por la sombra del paraguas de Cuba, cuando en realidad este país con trabajos sortea sus propios problemas domésticos.
