*Acusa de dictador sanguinario a Díaz Canel y no condena a Iván Duque.
De la redacción
Como si se hubieran puesto de acuerdo, la ultraderecha mexicana y el Parlamento Europeo coincidieron en sus posiciones facciosas, parciales y en el lenguaje anacrónico de la “Guerra fría”, en los casos de Cuba y Colombia.
Mientras en las manifestaciones de julio en Cuba murió sólo una persona, y no por la represión, sino por padecimientos que se agravaron con las tensiones de las protestas y la presencia de agentes de seguridad, en Colombia -dos meses antes- la represión policiaca ocasionó cerca de 70 muertos.
En los primeros 13 días la Defensoría del Pueblo colombiano reportó 42 asesinados, en tanto la Fundación para la Libertad de Prensa y Reporteros sin Frontera contabilizaron 70 agresiones a periodistas.
Los heridos fueron más de mil en las ciudades colombianas y decenas los desaparecidos, pero el presidente Iván Duque tiene el reconocimiento de demócrata y no preocupa al Parlamento Europeo, ni a la ultraderecha mexicana, mucho menos a los medios informativos latinoamericanos.
En cambio, a Miguel Díaz-Canel, presidente de Cuba, lo acusan de dictador sanguinario, y el grupo de diputados de naciones de Europa que integran el Parlamento, demanda más medidas de aislamiento al régimen cubano.
Lo faccioso no puede ocultarse, porque para la ultraderecha 70 asesinados no son represión, ni dictadura, pero una sola víctima sí es gobierno autoritario, despótico y sanguinario.
Lo que ocurre en estos casos prueba que las tácticas de Goebbels y de la CIA para desinformar, confundir, desestabilizar gobiernos independientes siguen vigentes y en uso, con las ventajas de que los intereses económicos, especialmente financieros, que dominan y explotan al mundo y sus medios informativos actúan y utilizan el lenguaje obsoleto, anacrónico hasta la ridiculez de los tiempos de la “Guerra fría”.
