*Desde las cárceles los presos se siguen extorsionando a la población.
De la redacción
Los gobiernos estatales han sido incapaces hasta de controlar e impedir que los presuntos criminales presos en sus cárceles sigan delinquiendo, extorsionando a otros presos o a la población.
De acuerdo con información de la Secretaria de Seguridad mexiquense, las extorsiones, delitos que van al alza, los perpetran personas privadas de su libertad e incluyen entre sus víctimas a mexiquenses.
El 80 por ciento de las extorsiones en agravio de familias mexiquenses se comete mediante el uso de teléfonos celulares, utilizados por los presos en penales de otras entidades federativas.
La dependencia del Poder Ejecutivo del Estado de México anunció buscará gestionar ante las empresas telefónicas se cancelen los números telefónicos desde donde se hacen las llamadas para amenazar y extorsionar a habitantes de la entidad, como ocurre con los de otros estados.
En ningún reglamento carcelario se permite el ingreso de teléfonos celulares. Su posesión y uso para delinquir por parte de los presos indica que las autoridades de los penales y los propios poderes ejecutivos de los estados no han podido evitar la corrupción, y ese fenómeno explica el ingreso de teléfonos celulares a los reclusorios.
En manos de los presuntos delincuentes presos, esos aparatos de comunicación se convierten en instrumentos para cometer delitos, extorsionar a las familias y girar instrucciones a los cómplices en libertad.
La presencia de teléfonos celulares en manos de los presos revela la alta corrupción existente al interior de los penales, pero lo más grave es que no resulta tranquilizador saber que las autoridades estatales no son capaces de controlar y evitar que cometan delitos los presos bajo su custodia.
Muchas autoridades estatales han invertido millones de pesos en sistemas para inhibir las señales de teléfonos celulares en las cárceles, pero el hecho de que 80 por ciento de las millones de extorsiones se perpetren desde los reclusorios indica que esos sistemas no sirven o los manipulan las mismas autoridades para permitir la comunicación de quienes desde adentro siguen delinquiendo.