Macario Lozano R.
Emilio Lozoya Austin, quien fuera poderoso director de Petróleos Mexicanos en el sexenio de Enrique Peña Nieto, cometió muchos errores cuando tenía la condición de testigo colaborador, con libertad condicional.
No ofreció en tiempo y forma información suficiente y contundente para enjuiciar a otros grandes corruptos del sexenio pasado, adicionalmente fue torpe e imprudente al exhibirse en lujosos restaurantes, pues arraigó en la población la idea de que gozaba de impunidad.
Los adversarios del presidente López Obrador ponían a Lozoya Austin como ejemplo de la justicia selectiva y lo contrastaban con el caso de Rosario Robles.
No estaba en prisión domiciliaria, por lo que podía salir, pero abusó de su conocida arrogancia y soberbia y ahora tiene prisión preventiva en el Reclusorio Norte.
Dentro de lo malo es que si tiene medidas de seguridad en ese penal, no correrá riesgos físicos, como si los tenía en sus cenas en costosos comederos, porque sus declaraciones afectaron poderosos intereses corruptos, de la delincuencia organizada de “cuello blanco” y pudieron atentar contra su vida.
