*El escenario obedece al extravío ideológico.
De la Redacción
Se le vino el mundo encima a Marko Cortés, dirigente nacional del PAN, por anticipar que su partido perderá 5 de las 6 elecciones para gubernaturas que estarán en juego el próximo año: Quinta Roo, Oaxaca, Hidalgo, Durango y Tamaulipas, y que sólo pueden triunfar en Aguascalientes.
La verdad es que fue sincero, pues el blanquiazul, al igual que el PRI y el PRD, dejó de luchar por el poder para sí y sus proyectos y, en cambio, aceptó ser el brazo electoral del grupo de 6 mil 600 corporaciones que concentraron el ingreso nacional durante 36 años, desde el sexenio de Carlos Salinas de Gortari hasta el de Enrique Peña Nieto, y que no pudieron seguir haciéndolo con López Obrador.
La cúpula panista se extravió ideológicamente y ahora anda de manita sudada con el PRI y el PRD, sus adversarios ideológicos históricos, sin más propuesta que desalojar a Morena del Palacio Nacional.
No es fácil, congruente ni convincente pedirle a los panistas de base que apoyen a los candidatos priistas y perredistas. Y en estas condiciones, es realista su diagnóstico.
