EL EDOMEX NO PUEDE TENER OTRO
MAL GOBERNADOR PARA 2023-2029
PARTIDOS, SÓLO INTERESADOS EN GANAR EL CARGO,
PERO LA POBLACIÓN DESEA SOLUCIÓN A PROBLEMAS
El Estado de México tuvo en el sexenio 2011-2017 a uno de los peores gobernadores en su historia, cuyo mal desempeño se expresa ahora en los altos índices de inseguridad pública, impunidad, expansión de la pobreza, carencia de infraestructura en materia de salud y para el desarrollo, desordenado crecimiento urbano, estancamiento económico, desplome del producto interno bruto (PIB) estatal, inversiones y exportaciones, e insuficientes y deficientes servicios.
Eruviel Ávila Villegas, quien llegó al cargo con el mayor respaldo popular de que se tenga memoria, defraudó a quienes le confiaron su voto, pero no fue sorpresa, porque su ineficaz y opaca gestión estuvo precedida por sus malos resultados en Ecatepec en sus dos gestiones como presidente municipal, por lo que como en este semanario se advirtió antes de la elección de 2011, no era idóneo para el cargo.
Era lógico que si no había tenido capacidad para conducir bien los destinos de un municipio, menos la tendría para administrar un Estado, entonces de 15 millones de habitantes. En la práctica, el ahora senador de lista resultó peor gobernador que alcalde, lo cual explica en mucho la pérdida de más de 700 mil votos de su partido en seis años.
El caso de Alfredo del Mazo Maza fue distinto: hizo un gran gobierno en Huixquilucan y por su juventud, sólida formación académica, sus antecedentes familiares: nieto e hijo de gobernadores, y sus presuntas aspiraciones a trascender el ámbito estatal, se esperaba una gestión sobresaliente, que recuperara el tiempo perdido en el sexenio anterior. Las cosas no salieron como se esperaban.
La evaluación ciudadana recogida en encuestas ubican al mandatario mexiquense muy lejos de los gobernadores mejor calificados y, dado el poco tiempo que le queda en el mando estatal, de apenas de un año y 10 meses, se ve extremadamente difícil que su desempeño mejore tanto como para que cambie radical y positivamente la percepción de sus gobernados sobre su gestión.
En estas condiciones, los partidos políticos están ya enfrascados en una pugna por la gubernatura, que estará en juego en junio de 2023, y tienen un excesivo interés en ganarla. Privilegiarán el triunfo en las urnas, para lo cual postularán a sus cuadros que ofrezcan, al menos en teoría, las mayores posibilidades de obtener la victoria, sin importar si es él o la que mejor conviene a los intereses de los mexiquenses.
La comunidad estatal padeció el mal gobierno de Ávila Villegas y la situación no mejoró con Alfredo del Mazo Maza, por lo que más allá de los intereses de los partidos, desea que quien releve al mandatario actual garantice la solución de los numerosos y graves problemas que sufre.
Le importa poco a cuál partido pertenezca y sí, mucho que tenga capacidad e interés en servir y no servirse del Estado de México, contrariamente a las organizaciones políticas, a quienes sólo les interesa el poder. Por eso postulan para la gubernatura a sus cuadros que pueden ganar, no a quienes pueden gobernar mejor. Es deseable que ahora cambien esa posición e interés, porque el Estado de México no puede, ni debe acumular a partir de 2023 otro sexenio y mandataria o mandatario que esté por debajo de lo que necesitan sus más de 17 millones de habitantes.