EFECTOS PERNICIOSOS DE LA
CORRUPCIÓN, QUE SE IGNORAN
LA DIMENSIÓN PERNICIOSA DE LA CORRUPCIÓN
SOBRE LA QUE NO SE REFLEXIONABA EN MÉXICO
El fenómeno de la corrupción y de los corruptos nunca ha sido del interés general de los actores políticos, instituciones y medios informativos, y cuando ocurre un caso escandaloso en este tema, se presenta y examina como si fuera aislado, atribuible sólo a un mal funcionario y no existieran más casos, como puede comprobarse con sólo revisar lo publicado por la llamada gran prensa.
Por lo general, los expedientes conocidos se tratan de funcionarios menores, utilizados como chivos expiatorios para distraer la atención de la corrupción a gran escala y hacer creer a la sociedad que el fenómeno no se tolera, se persigue y castiga ejemplarmente, como muestra de la honestidad de las cúpulas gobernantes.
Otras veces, cuando se persigue y exhibe a los corruptos, se trata de ajustes de cuentas entre miembros y grupos de la clase gobernante, y de quienes caen de la gracia de los poderosos del momento, pero no de una verdadera política pública de erradicación del fenómeno corrupto, que en realidad forma parte de los factores que mantienen unida y cohesionada a la clase en el poder.
Desde esta perspectiva, es saludable que al menos a nivel declarativo, altos funcionaros relacionados con la prevención, combate y denuncia de los funcionarios corruptos reflexionaran sobre los casi ignorados efectos perniciosos multiplicadores de la corrupción sobre los segmentos de la población más vulnerables. Antes no se debatía este impacto del desvío de fondos hacía cuentas bancarias de los funcionarios públicos y empresarios de la iniciativa privada.
Los análisis sobre el fenómeno se han limitado al monto de los ingresos públicos involucrados, sin examinar a fondo los efectos multiplicadores altamente negativos para la sociedad, y más para los grupos vulnerables, como ya se hizo en el foro organizado por el Senado de la República sobre el tema, con motivo del “Día Internacional contra la Corrupción”.
Los ejemplos de obras públicas encarecidas por la corrupción y que consumen más recursos presupuestales de los debidos, con la consiguiente limitación para ejecutar otros programas de servicios básicos para la población excluida, son contundentes e ilustran los efectos perniciosos multiplicadores de las prácticas corruptas en los estratos sociales de bajos ingresos.
Fue bueno que los integrantes del Sistema Nacional Anticorrupción expusieran este cambio en el enfoque de las consecuencias que la corrupción tiene en la sociedad mexicana, más allá de los montos presupuestales robados, porque al considerar que la corrupción viola derechos humanos de la población, pues impide se atiendan sus derechos humanos como el acceso a la salud, al agua potable o a los servicios básicos, debe conducir también a una modificación de la estrategia de prevención, combate, persecución, castigo y reparación del daño.
Ahora ya se sabe que la corrupción tiene efectos negativos multiplicadores, sobre los grupos vulnerables, viola derechos humanos y el estado de derecho, de lo cual poco se sabía y menos se debatía.