De la Redacción
La información manejada en los medios sobre la venta de Citibanamex olvida, minimiza y soslaya que ese banco carga una larga y controvertida historia de tráfico de influencias, tanto en su reprivatización casi regalada por Carlos Salinas de Gortari, como en su inexplicable quiebra y oscuro rescate por Ernesto Zedillo Ponce de León, con transferencias de fondos públicos de miles de millones de dólares.
Tan solo en lo que a la participación de Zedillo se refiere, al Banco se le compraron créditos vencidos e incobrables, los cuales en un análisis estricto no debieron ser autorizados, por la falta de garantías de pago, pero fueron autorizados por los ejecutivos de la institución.
Está también el asunto de la transferencia de las deudas privadas de empresas propiedad de los miembros del consejo de administración del banco al FOBAPROA e IPAB, aunque se trataba de compañías sanas financieramente, muchas de ellas grandes y exitosas, las cuales fácilmente podían pagar sus deudas; sin embargo, la autoridad federal las consideró parte del ‘rescate bancario, convirtiéndolas en deuda pública.
Todo eso se oculta y muchos otros asuntos turbios, como su venta vía la Bolsa Mexicana de Valores se omite en la cobertura dada al nuevo capítulo de Banamex, institución que llegó a ser el principal banco del país.
Tema aparte, y muy importante también, es su acervo cultural.
