La Visita de Granholm, Malas Noticias para la Oposición Mexicana

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De la Redacción

La ultraderecha empresarial mexicana y sus defensores en los grandes medios informativos nacionales tenían grandes esperanzas en que la secretaria de Energía de Estados Unidos Jennifer Granholm cuestionara abiertamente en su reciente visita a México la reforma eléctrica impulsada por López Obrador.

No ocurrió así, pero desde el inicio del sexenio buscan intrigar para que el gobierno americano, primero, de Trump; ahora, de Biden, se confronte con el de López Obrador, prueba de que abundan los pares mexicanos del venezolano Juan Guidó, quien es partidario hasta de una invasión armada estadounidense para sacar del poder a Nicolás Maduro.

Lo que sí dijo la funcionaria norteamericana es que “ve una promesa tremenda para que la energía renovable impulse la competitividad de América del Norte”, y dejó en claro que abordó con las autoridades de nuestro país las preocupaciones sobre el manejo de la política energética, pero también que tuvo respuesta a esas inquietudes.

De lo anterior se infiere que el gobierno mexicano tiene una agenda de energías limpias suficiente para apaciguar las preocupaciones del gobierno norteamericano, e incluso para considerarla un elemento clave para la competitividad de la región y el desarrollo del país y de su gente. Un asunto el cual la administración de López Obrador ha mantenido al margen del escrutinio público, quizá por estratégico o por formar parte de una agenda transexenal.

Sobre las disputas generadas por la reforma, Granholm dijo marcharse con la promesa de las autoridades de resolverlas con apego a derecho; es decir, como siempre lo ha promovido el gobierno de López Obrador.

Con estos resultados, de paso, quedaron claras otras dos cosas: que el gobierno de Biden está al pendiente de cuanto dice la oposición doméstica sobre la gestión de López Obrador y, más importante, que no le cree a ciegas; en cambio, puede mantener un diálogo directo con el gobierno mexicano, lo cual es muy negativo para una oposición acostumbrada a la difamación y la calumnia, pero y sobretodo involucrada directamente en la corrupción.

Así, lejos de cumplirse las expectativas de la oposición, que esperaba de menos un jalón de orejas al gobierno mexicano, es más probable que ahora el gobierno gringo vea con recelo a la oposición (se ve que la tiene vigilada); sobre todo, cuando está claro que sus posturas tienen un interés mercenario, y como tales, están a la venta al mejor postor.

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