De la Redacción
Por razones de congruencia ideológica, política e institucional, el presidente Andrés Manuel López Obrador debe pedir se aclare a fondo la información periodística que presenta a su hijo José Ramón López Beltrán como inexplicablemente enriquecido y con una vida de lujos en Houston, Texas.
Si los ingresos con los cuales compró una residencia lujosa, de más de 7 millones de pesos, provinieron de fondos públicos, debe castigársele, y son producto de ingresos lícitos de actividades privadas, debe limpiarse su nombre e, incluso, resarcirle cualquier daño moral ocasionado.
Si no se aclara, lo difundido será aprovechado por la ultraderecha y sus medios informativos para atacar al presidente, a pesar de que su hijo no es servidor público y ni siquiera vive en el país.
Por cierto, el valor de la propiedad difundida no es significativo para una de las ciudades más ricas de los Estados Unidos; es más, hay departamentos en Polanco o Santa Fe, en Ciudad de México, que duplican y triplican sin problema ese costo. Pero como los opositores a la Cuarta Transformación nunca dan la información en su contexto justo, hacen tormentas hasta en vasos de agua.