Conferencias Mañaneras y el Caso Aristegui – Maximiliano Castillo

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CONFERENCIAS MAÑANERAS Y EL CASO DE ARISTEGUI

MAXIMILIANO CASTILLO R.

Amigos y lectores nos han mostrado extrañeza por no haber tratado a fondo el tema de las conferencias matutinas del presidente Andrés Manuel López Obrador, bautizadas con un fin peyorativo por sus adversarios y opositores como “mañaneras”, término con el cual se popularizaron, con un efecto contrario al buscado por éstos. También nos han pedido opinión del caso sui géneris de la periodista Carmen Aristegui.

De lo primero, más que sus resultados, el ejercicio cotidiano de comunicación de la más alta autoridad del país debe examinarse a partir de la obligación de las autoridades de informar de sus actividades y resultados; y del derecho constitucional de los mexicanos a estar bien informado, además de la democratización del trato poder-periodistas que implica la presencia de informadores profesionales no famosos, ni influyentes, junto a los representantes de los grandes medios informativos impresos y electrónicos, que casi nunca hacen preguntas.  

Sobre todo, con las posibilidades de preguntarle al mandatario, lo cual hasta el 30 de noviembre de 2018 era imposible para un periodista desconocido o de medio modesto, lo cual debe valorarse desde el universo periodístico. Si desaprovechan las ocasiones para plantear interrogantes intrascendentes, ya no es culpa de las conferencias, ni del presidente.

No puede soslayarse que muchos asistentes a las “mañaneras” dejan la impresión de que hacen gestiones, lo cual no sería malo si prestan su voz a quienes reclaman solución a sus problemas, y no cobran por ello; de lo contrario, estarían prostituyendo la actividad y, peor aún, si se prestan para ser instrumento de las luchas de internas de los políticos morenistas o de intereses corruptos.

Otro saldo importante de las “mañaneras” para el Poder Ejecutivo Federal es el de que representan oportunidades para desnudar mentiras, inventos y desbaratar campañas de desinformación, impulsadas y financiadas por los intereses plutocráticos afectados por el gobierno de la cuarta transformación, para lo cual utiliza a los grandes medios informativos y periodistas famosos que contribuyeron al saqueo del erario durante muchos años, pero especialmente entre el 2000 y 2018.

CASO ARISTEGUI

De Carmen Aristegui debe decirse que es una periodista valiente, quien investigó y dio a conocer actos de corrupción e ineptitud de los gobiernos neoliberales, caracterizados por represivos, por lo cual fue víctima de represalias, sin doblegarse, ni renunciar a cumplir con su obligación profesional de fiscalizar el ejercicio del poder en México.

En su tipo, el periodismo de Aristegui casi monopolizó la crítica fundada, honesta, profesional y, hasta donde es posible en el mundo informativo y analítico, objetiva, de las desviaciones, corrupción, ineficacia y opacidad de los concentradores de fuerza institucional en México, comenzando por los presidentes de la República.

Esa Carmen Aristegui continúa, pero perdió el monopolio de la crítica. Ahora todos critican, calumnian, difaman, insultan, inventan fallas al presidente o las exageran, por ello la periodista aparece como una más de los detractores del presidente; sobre todo, porque seleccionó o le impusieron colaboradores abiertamente antilópezobradoristas, con pasado de funcionarios de gobiernos corruptos como los de Vicente Fox, Felipe Calderón o Enrique Peña Nieto o intelectuales que mediante fundaciones se beneficiaron de sus vínculos con los gobiernos.

Otro ejemplo: Aristegui tiene un colaborador que se presenta como experto en elecciones y defiende al INE, donde cobra como asesor, en claro conflicto de interés.

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