Augusto L. Robles
No hay percepción social, ni gubernamental sobre la importancia y gravedad de los problemas que enfrenta el Sistema Cutzamala. Hay preocupación y acciones cuando las fallas obligan a interrumpir el basto, pero no se reflexiona sobre el fondo del problema: la reducción de las aguas superficiales que alimentan las presas del Sistema.
Está claro ya que, si no hay un gigantesco, oportuno y eficaz programa de reforestación de las zonas de abastecimiento, se agotarán los ríos, arroyos y manantiales, y entonces no habrá agua que enviar a una población de 22 millones de personas de la Ciudad de M´exico, de municipios mexiquenses del Valle Cuautitlán-Texcoco, de Toluca y de Huixquilucan.
Ni la Federación, el Estado o la población afectada tienen conciencia de este que es el verdadero problema, no los cortes temporales del suministro para reparar fallas, como ocurrió hace días. Y mientras no se conozca el problema ni se le encuentre solución, la situación solo se podrá agravar.
Nada más es de maginar lo que ocurriría si la interrupción del abasto durara no días, sino semanas o meses. Peor aún, si fuera permanente una vez lleguen a secarse las fuentes.
