Maximiliano Castillo R.
El Parlamento Europeo, en una situación inédita, reprobó la muerte de periodistas y defensores de los derechos humanos en México, lo cual no está mal, pero sí constituye una posición facciosa, porque los diputados de los países de Europa guardan absoluto silencio ante los asesinatos de líderes sociales en otras naciones, como Colombia.
Este año, hasta el 13 de este mes de marzo, las víctimas en Colombia sumaban 39, pero a diferencia de los periodistas asesinados en México, que lo han sido a manos de delincuentes, en el país que gobierna Iván Duque los asesinos son grupos paramilitares financiados por el gobierno, frente a lo cual el Parlamento Europeo y las organizaciones internacionales defensoras de derechos humanos nada condenan.
La principal diferencia en ambos casos es que Duque es un peón del capitalismo globalizado y, especialmente, de Estados Unidos en Sudamérica; en tanto el presidente López Obrador no.
Además, en la reprobación a México utilizaron a los modestos periodistas asesinados para mostrar su oposición a la reforma constitucional en materia eléctrica, en el fondo los europarlamentarios defienden a las empresa extranjeras del sector, las cuales en contubernio con autoridades corruptas casi quebraron a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y pretendían quedarse con todo el mercado.
Las palabras del Paralamento Europeo, en realidad, revictimizan a los informadores asesinados, al utilizar sus muertes para presionar y debilitar a un gobierno en el cual se ha garantizado la libertad de expresión y se respeta el derecho de los ciudadanos a estar informados.
En el peor de los casos, los eurodiputados desconocen la realidad del gremio en nuestro país, pero en el más probable lucran con un asunto que hiere y lastima a la población mexicana, utilizando como carne de cañón a los informadores profesionales, solo para mantener los privilegios inmorales de sus empresas en nuestro país.
No quieren que les permitan manejar el 46 por ciento del consumo, equivalente al total de la población argentina y chilena, juntas: quieren que se privatice todo el mercado, cuando la electricidad es estratégica y de seguridad nacional. No les importan los periodistas mexicanos.