De la Redacción
El rencor, resentimiento y lo que considera una humillación personal, condujeron al líder nacional del PRI, Alejandro Moreno, a oponerse a la reforma eléctrica propuesta por el presidente Andrés Manuel López Obrador y que apoya Morena. Eso mismo lo ha llevado a asumir las posiciones derechistas del PAN sobre el tema, arrastrando y terminando con el poco nacionalismo que quedaba en las cúpulas dirigentes del tricolor.
Alejandro Moreno dejó la gubernatura de Campeche para ser dirigente nacional de su partido, y en el cargo colocó a uno de sus incondicionales. Ya como gobernador con licencia y representante del priismo nacional, impuso a un sobrino suyo de candidato a mandatario estatal.
Se suponía que Moreno tenía un liderazgo indiscutido y gran arraigo en toda la población de Campeche, por los cuales su familiar ganaría fácilmente, pero en las urnas quedó en tercer lugar. lo derrotó hasta el abanderado de Movimiento Ciudadano, a pesar de que el PRI contaba con el respaldo del PAN y el PRD.
La afrenta fue grande y lo evidenció como mal gobernador y peor político. En su propio estado sufrió esa humillación, y para completar el cuadro, su supuesto incondicional a quien dejó cuidando la gubernatura, aceptó ser embajador; es decir, recibió un nombramiento diplomático del presidente López Obrador, fundador de Morena.
Son muchas afrentas, pero son personales y las quiere cobrar como representante de los priistas del país,aunque aparezca como traidor a los intereses populares.
