
*Gustavo Alanís, de CMDA, intentó cobrar en el Tren Maya y no lo aceptaron.
De la redacción
El diputado federal del PAN, Gabriel Quadri, envuelto en los últimos días en escándalos, por sus posiciones ultraderechistas y transfóbicas asumidas en el Salón de Sesiones de San Lázaro, fue evidenciado además como beneficiario del cancelado proyecto del Nuevo Aeropuerto Internacional de México en Texcoco.
Incluso antes de ser legislador, Quadri, quien fuera titular del Instituto Nacional de Ecología, mantenía una dura campaña para que no se cancelara la megaobra del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM).
También se oponía a la construcción del Aeropuerto Internacional “Felipe Ángeles” (AIFA), en Tecámac, y aún después de que éste fue inaugurado, desde la Cámara de Diputados Federal, advirtió que en 2024 le ganarán a Morena la presidencia de la República y retomará el plan de construir el NAIM en Texcoco.
El legislador, quien se reclama como ambientalista, ahora enfoca sus esfuerzos a impedir la construcción del Tren Maya, pero el gobierno federal lo exhibió como un falso ambientalista, que cobraba en la empresa pública encargada de ejecutar el NAIM, por estudios y proyectos.
LÍDER DE CMDA, TAMBIÉN COBRÓ
El gobernó federal reveló que también cobraba donde lo hacía Gabriel Quadri el dirigente del Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CMDA), Gustavo Alanís, quien igualmente se dice defensor de los ecosistemas.
Ambos vieron terminadas sus posibilidades de seguir cobrando, al cancelarse definitivamente el megaproyecto de Nuevo Aeropuerto Internacional de México; no obstante, Gustavo Alanís, dirigente de CMDA se acercó a las autoridades encargadas del Tren Maya para solicitarles contratos, como lo había hecho en el NAIM.
No cuestionó ni descalificó a priori el proyecto ferroviario, pero tan pronto desatendieron su solicitud, se convirtió en detractor de la obra que se ejecuta en el sureste mexicano. Le vio todos los inconvenientes ambientales.
Fue más allá y se unió los grupos que interpusieron amparos para impedir la continuidad de las obras.
Ambos casos fueron puestos de ejemplos de las falsas organizaciones ambientalistas, que lucran en nombre de la lucha en favor de la naturaleza, y que nunca se opusieron al megaproyecto del NAIM, cuando se iba a construir en el peor sitio posible desde el punto de vista técnico y ambiental.