SÍNTOMA DE DESCOMPOSICIÓN
SOCIAL, MENORES MALHECHORES
JÓVENES Y MUJERES INTEGRAN GRUPOS CRIMINALES
La participación de mujeres, adolescentes y niños en actividades delictivas no es nueva. Desde hace mucho tiempo ocurre, pero sus acciones al margen de la ley eran distintas a las de ahora, tanto en sus motivaciones como en sus fines, consecuencias y alcances, y por las condiciones en que se daba la perpetración de los ilícitos.
Féminas, adolescentes y pequeños pertenecían a familias de trayectoria delincuencial, y por lo mismo, sus actos se enmarcaban en un entorno formado por parientes y sus acciones ni de lejos tenían los daños patrimoniales y al tejido social que tienen ahora, porque en la actualidad, aun sin pertenecer a la delincuencia organizada a alta escala, integran células que causan severos agravios.
La información oficial reporta, sin ser esa su finalidad, ni preocuparle a las autoridades, la expansión de la presencia femenil y de adolescentes y niños en grupos dedicados a delinquir en forma permanente, con efectos por demás perniciosos, y que prueban y evidencian otros graves problemas, como la descomposición social y la pérdida de valores familiares.
No otra cosa indica que los delincuentes, en lugar de proteger a sus esposas o parejas, a sus hijos o hijos de éstas, las y los induzcan a cometer delitos y exponerlos al riesgo de perder la vida en las actividades criminales o terminar en la cárcel, por cometer delitos graves.
La información oficial del gobierno mexiquense reporta todos los días la detención de grupos delictivos, y entre los mismos casi siempre se incluye a mujeres y adolescentes. Y no se trata ya de los viejos delitos de “farderas” o robo de billeteras, sino de ilícitos graves como el secuestro, el robo a transeúntes, a casa habitación, a comercios, robo de vehículos (con violencia y sin violencia) y trata de personas con fines de explotación sexual.
Féminas y menores de edad también son reclutados y toman parte en delitos como los homicidios intencionales, extorsión, cobro de derecho de piso, “halconeo” y en la distribución de drogas al menudeo; es decir en el narcomenudeo, que tiene adicionalmente graves efectos en la salud de otros jóvenes y en los niveles de inseguridad pública.
Las autoridades estatales parecen no percibir la gravedad de lo que todos los días constatan con las detenciones de grupos criminales: la creciente presencia femenil y juvenil en esas células delictivas, cuando en el caso de los adolescentes, deberían estar formándose académicamente para que tengan un buen futuro.
Sólo informan de las capturas, pero no muestran preocupación por el fenómeno que expresa la descomposición social y la pérdida de valores en algunos segmentos de las familias mexicanas, combinada con la falta de oportunidades de ocupación bien remunerada para los adultos y de estudiar y trabajar, de las y los jóvenes.
Mujeres y adolescentes reclutados para delinquir constituyen un grave problema, que exige atención prioritaria de las autoridades, las cuales no dan muestras de percibir en su verdadera dimensión eso que comprueban todos los días las detenciones que hacen sus policías. Y si las instituciones son indiferentes, la sociedad ni siquiera se da cuenta del fenómeno, cuando le afecta directamente, porque forma parte de la inseguridad pública.