De la Redacción
No es tranquilizador que el presidente estadounidense Joe Biden sostenga que más de la mitad de la cocaína, metanfetaminas, heroína, fentanilo, marihuana y otros drogas sinténticas son introducidas a su país por las organizaciones criminales mexicanas.
Es una forma de amenaza; sobre todo, porque dice que las drogas son un problema de seguridad y salud en Estados Unidos. Las imputaciones a narcotraficantes de otros países y los señalamientos de que otros gobiernos no hacen lo suficiente para detener el flujo de drogas a territorio de Estados Unidos, ha sido arma de presión y represalias cuando no se pliegan a la política exterior del vecino país.
De acuerdo con información de salud de Estados Unidos, las muertes por sobredosis de drogas impusieron récord en 2021, con 105 mil 752 víctimas, de las cuales cerca de 70 mil no sobrevivieron al consumo de dosis excesivas de fentanilo.
El problema de las muertes por sobredosis de drogas ocasionó cerca de un millón de muertes de 1999 a la fecha, según la información difundida en medios informativos. Biden anunció que se tomarán acciones para reducir el consumo de drogas, se atenderá el problema desde la perspectiva de salud y se buscará atacar las bases de financiamiento de la organizaciones criminales transnacionales.
Esto último es importante porque, de acuerdo con especialistas en el tema, 93 por ciento de las ganancias que deja el narcotráfico en Estados Unidos se queda y “lava” en su sistema financiero; es decir, el sistema bancario y financiero estadounidense es una gigantesca “lavandería” de dinero producto de actividades criminales que inician en otras naciones.
