AUTOENGAÑO, FENÓMENO COMÚN ENTRE COMUNICADORES;
LÓPEZ DÓRIGA Y LA CREDIBILIDAD DE LOS PERIODISTAS
Maximiliano Castillo
“Alabanza en propia boca es vituperio”, solía decirnos un profesor de ética, pero cuando la alabanza proviene de un personaje que colabora o trabaja para uno, resulta más complicado calificar esas palabras. Por ello se siente como una cruel burla cuando una colaboradora de Joaquín López Dóriga en su noticiero de Radiofórmula lo presenta como el periodista de mayor credibilidad en el país.
En los medios como la televisión o el radio siempre han existido personajes a quienes se les paga por decir tal o cual cosa, y dicha práctica se ha llevado al extremo de manera evidente en las narraciones de los partidos de fútbol de la liga mexicana en donde es frecuente escuchar a los comentaristas cada tanto interrumpir su secuencia narrativa para invitar al público a, por ejemplo, comerse un sandwich hecho con pan de cierta marca.
En el caso del noticiero de López Dóriga no está claro si las palabras salen de su boca y corazón o si más bien están el guión y le pagan por decirlas; sobre todo porque el ‘teacher’ -algunos dicen que así le apodaban por sus errores, pero otros sostienen que es porque su éxito económico era un ejemplo para cualquier comunicador- está en realidad entre los tres periodistas más desprestigiados en estos momentos, y su nombre y figura se asocian con el fenómeno de la corrupción y el enriquecimiento a la sombra y con fondos públicos federales y estatales.
Por cierto, el conocido y experimentado conductor de noticieros nunca negó que recibiera millones de pesos mensuales de la presidencia de la República, de PEMEX y la CFE, como se dio a conocer oficialmente. Ha sostenido que quieren intimidarlo y advierte que no lo lograrán, pero para desmentir que recibía del gobierno federal, nada ha dicho.
López Dóriga tampoco ha contrarreplicado cuando exhiben sus presuntas mentiras en la sección “Quién es quién en las mentiras” de las conferencias mañaneras del presidente; es decir, ni del dinero que recibía, ni lo que falsea ahora, ni de su inmensa fortuna.
Ahora que, si por alguna razón las palabras de su colaboradora no están inspiradas en una distorsión de la realidad ni forman parte de sus funciones laborales y, efectivamente, se tratara del periodista de mayor credibilidad, solo restaría preguntarse ¿Cómo será el resto?
